A tan sólo cien días del inicio de los Juegos Olímpico de Pekín, un grupo de científicos ha descubierto que la desaparición de las dos copias de un gen imposibilita la detección de la testosterona en los controles antidoping.
El estudio ha sido realizado por científicos del Hospital Universitario Karolinska de Estocolmo, dirigido por el doctor Jenny Jakobson Schulze, y se ha publicado recientemente en The Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism.
De los cincuenta y cinco hombres que fueron inyectados con testosterona y sometidos con posterioridad a las pruebas antidopaje, diecisiete arrojaron resultados negativos, sin rastro alguno de la hormona. En todos ellos se detectó la pérdida de ambas copias de un gen que se encarga de convertir la testosterona en una forma que se disuelve en la orina.
Esta particularidad genética es bastante frecuente en los asiáticos, de los que se estima que las dos terceras partes han perdido ambas copias del gen, y los caucasianos, de los que el 10% carecen de él.
El resultado del estudio es tan concluyente como alarmante: quienes presentan esta particularidad genética pueden tomar testosterona con total impunidad. Básicamente, es como tener una licencia para engañar ha manifestado Don Catlin, director ejecutivo de Anti-Doping Research, un grupo sin fines de lucro de Los Ángeles.
El descubrimiento plantea serias dudas sobre los que se ha de hacer, máxime cuando se está a las puertas de la celebración de unos Juegos Olímpicos.
Hasta ahora, el método impulsado por la Agencia Mundial Antidopaje para facilitar la detección de la testosterona era el conocido como el pasaporte del atleta. Consiste en llevar un registro de todos los niveles de testosterona que el atleta ha dado en las pruebas antidopaje que se le han realizado y se utiliza para detectar los resultados que difieren de los anteriores. No obstante, dicho método no incluye pruebas genéticas, por lo que la ausencia del gen en cuestión no la puede detectar y además no estará listo para su utilización durante los juegos.
La testosterona, y otras sustancias que actúan de igual manera, es la droga que más frecuentemente se detecta en las pruebas antidopaje. Según datos de la agencia antidoping, el 43% de los positivos obtenidos provienen de la utilización de esta hormona.
Desde hacía tiempo los investigadores tenían conocimiento de que algunos hombres, en particular los asiáticos, podían tomar drogas sin que fuera posible detectarlas en los controles habituales, aunque desconocía la causa de este fenómeno. Esto ha hecho extenderse la sospecha de que algunos de ellos se hayan aprovechado de esta laguna al descubrir su invulnerabilidad.
El problema añadido es que los científicos no han descubierto aún a dónde va la hormona. Confiesan que no tienen ni idea y que es lo que están tratando de averiguar ahora.
El gen en cuestión es el responsable de que la testosterona se disuelva en la orina y pueda ser detectada, ya que le añade un componente químico, el glucurónido, que lo hace posible.
El dilema se presenta ante la complejidad que supone la proximidad de los Juegos, puesto que apenas se dispone de tiempo ni de recursos para implantar la realización del test a los miles de atletas que participarán en ellos.
En palabras del Dr. Schulze, las instalaciones de análisis necesarias y los altos costes de la prueba hacen imposible cualquier uso rutinario de esta metodología para la detección en las pruebas antidoping.
La sombra de la duda planea de nuevo sobre el mundo del deporte, justo en el momento en que está a punto de dar comienzo el evento más importante y universal del mismo.
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