Bilkis Bano es el rostro más conocido de los disturbios ocurridos en Gujarat allá por 2002, cuando los enfrentamientos entre hindúes y musulmanes provocaron miles de muertes. Aquella noche, una treintena de hindúes irrumpieron en su casa armados de espadas y palos. Ella tenía 21 años y estaba embarazada de seis meses.
Foto: Sweeble
Los asaltantes la violaron, al igual que violaron y asesinaron a la mayoría de las mujeres de su familia, su madre y su suegra incluidas. También violaron y asesinaron a su hija de tres años y medio de edad. En total, 14 miembros de su familia perdieron la vida y ella la salvó por pura casualidad, ya que perdió el conocimiento y la dieron por muerta.
Cuando recuperó la conciencia, tuvo que pasar dos días escondida debajo de una gran piedra, hasta que los vecinos pudieron ayudarla.
Bilkis denunció el caso a la policía, pero sufrió amenazas de muerte si daba nombres. Ella no se rindió y continuó su lucha para que se hiciera justicia con el asesinato de su familia.
Hoy, más de seis años después, ha conseguido que alguno de los asesinos se encuentren en prisión. El 18 de enero pasado, el tribunal de Mumbai que instruyó la causa tras muchos quebraderos e impedimentos, sentenció a cadena perpetua a 11 de los involucrados en la matanza. Otro implicado, un agente de policía, fue condenado a tres años de prisión y siete personas fueron absueltas por falta de pruebas, entre ellos otro joven agente de policía y un médico que estaban acusados de destrucción de pruebas.
Durante los últimos seis años, Bilkis ha estado viviendo en el temor, viviendo en diferentes lugares y subsistiendo con los pequeños trabajos que efectuaba su marido, Yakub, para mantener a flote a una familia con tres hijos.
Por ahora no puede volver a su pueblo, porque teme no poder superar el volver a revivir todo lo sucedido a su regreso.
La sentencia constituye una victoria, tanto para ella como para todos los musulmanes inocentes que fueron asesinados en aquellos días terribles. También para la infinidad de mujeres torturadas, violadas y asesinadas por el sólo hecho de ser musulmanas. De ahí que su alegría no sea total, porque muchos de los casos han perecido en el anonimato.
En 2002, el incendio de un tren que transportaba peregrinos hindúes de Ayodhya, en el que murieron 56 personas, provocó la chispa de las violentas represalias en Gujarat que costaron la vida a más de mil musulmanes. Cuatro años después una investigación determinó que el incendio se había provocado accidentalmente.
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