NUEVO GOBIERNO CON CAMBIOS MÁS SIMBÓLICOS QUE REALES

Su configuración se acomoda más a criterios de cuotas, cesiones a baronías y símbolos, que a criterios políticos o administrativos; y la nueva distribución departamental responde más a propaganda que a pretensiones de eficacia administrativa

El nuevo gobierno formado por el Presidente Zapatero, tras ganar las últimas elecciones generales, se acaba de dar a conocer, y en el mismo se destaca el elemento femenino, como símbolo de la pretensión del Presidente de avances sociales en materia de igualdad.

            A tal fin ha creado un inaudito Ministerio de Igualdad a cuyo frente ha nombrado a Bibiana Aído, una joven andaluza de 31 años apadrinada por el presidente andaluz Manuel Chávez, pero sin que se le conozca liderazgo ni siquiera en ese denominado “mundo de la igualdad”. Lo que nos parece, por ello más un gesto a la galería feminista que cualquier acción de contenido político serio.

            Pero para colmar la idea de igualdad, también ha nombrado a una mujer ministra de Defensa, en este caso a la catalana Carmen Chacón, en otro intento simbólico de significar su predicada política de progreso de derechos civiles. Aunque, como en el caso anterior, aunque la nombrada ya era titular del Ministerio de Vivienda, en el que tras una exposición de ocurrencias iniciales, pasó sin pena ni gloria. Y por lo que se ve no se espera otra cosa de ella, más allá del énfasis simbólico dado a su nombramiento.

            Entre tanto, sorprende cómo se ha desprendido del “fiel” Caldera, y ha traído a otro “catalán de importación” para el Ministerio de Trabajo, el alcalde de Hospitalet. Y también cómo revalidan dos ministros que se encontraban públicamente “quemados” por los importantes conflictos que tuvieron en sus respectivas áreas, se trata de Magdalena Alvarez en Fomento y de Mariano Fernández Bermejo en Justicia.

            El núcleo gordiano del gabinete lo conforma el equipo económico, en el que repite Solbes, que aunque tiene experiencia aquilatada, y derrotó públicamente a Pizarro, que fuera fichaje estelar de Rajoy, sin embargo ha estado minimizando el alcance de la actual crisis económica; y por otro lado, da cabida a Miguel Sebastián compensándole del sacrificio que le pidió para ser candidato a la alcaldía de Madrid cuando ninguno de los grandes querían.

            Las otras novedades del gabinete no tienen mayor trascendencia, por su escasa relevancia de los nombrados en la vida pública, y que más parece que son concesiones a las baronías territoriales del partido.

            Por tanto, nada realmente novedoso en el cambio del ejecutivo socialista, tras las elecciones, más allá de la simbología de algunos nombramientos, y de las clásicas compensaciones territoriales con las demarcaciones más importantes del partido (Andalucía, Cataluña, el País Vasco, y Madrid). Lo que nos hace pensar que estamos ante un gobierno de continuidad con el anterior de Rodríguez Zapatero, conformado a su comodidad. Y del que se espera que pronto se ponga a trabajar para sacar al país de la incipiente crisis económica en la que empieza a entrar con la importante crisis del sector inmobiliario.