El Tribunal Supremo de los Estados Unidos rechazó el pasado miércoles pasado por 7 votos a 2 la demanda que pretendía que se declarase inconstitucional la utilización de la inyección letal en las ejecuciones. La demanda defendía que la administración de la secuencia de tres drogas usada en el método de ejecución por inyección letal produce a los reclusos un dolor agudo e indetectable que plantea un riesgo de inconstitucionalidad.
Ilustración: www.ciencias.ies-bezmiliana.org
La demanda fue interpuesta por dos hombres del corredor de la muerte en el Estado de Kentucky, Ralph Baze y Thomas C. Bowling, ambos convictos por doble asesinato, que solicitaron a la corte que declarara inconstitucional el protocolo aplicado en dicho estado porque suponía un riesgo innecesario de error a la luz de potenciales alternativas.
En este caso no se discutía la inconstitucionalidad de la inyección letal en sí misma, sino si el método, aplicado en 35 de los 36 Estados que tienen vigente la pena de muerte, los detalles de de su administración, los productos químicos utilizados, la solvencia de la supervisión médica y las consecuencias y riesgo de error, que podrían ser objeto de acogerse a la Octava Enmienda.
La decisión adoptada, aunque no cierra la puerta a los cambios que se pudieran producir en otros Estados, fija un estándar que no será fácil cumplir.
John G. Roberts Jr., presidente del Tribunal Supremo, dijo que los riesgo argumentados por los reclusos no eran tan sustanciales o inminentes como para acogerse a la violación de la Octava Enmienda. Según sus propias palabras los cambios deben demostrar no sólo que el método del Estado crea un riesgo de dolor demostrable, sino que existen alternativas que son viables y fácilmente aplicables que reducirían significativamente dicho riesgo. Y añadió que simplemente porque un método de ejecución pueda dar lugar a dolor, por accidente o como consecuencia ineludible de la muerte, no supone la clase de riesgo intolerable de daño que se califica como cruel o inusual bajo la Octava Enmienda
El argumento sobre el dolor está basado en el tipo de secuencia de drogas utilizadas en Kentucky y otros estados. El bromuro de pancuronium, que es un agente paralizante, y el cloruro de potasio, que detiene el corazón, causarían dolor atroz si la persona a la que se les administra no estuviera anestesiada en profundidad. Incluso si la anestesia es insuficiente, el recluso paralizado no podría ni moverse ni gritar.
Algunos Estados han tomado salvaguardas adicionales para asegurarse que la droga inicial de la secuencia, un barbitúrico, anestesie adecuadamente al recluso antes de la administración de las dos siguientes, que le provocan la muerte. Esto no quita que se hayan producido algunos problemas con este tipo de ejecución, incluida la evidencia de anestesia insuficiente en algunos casos.
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