Espías 2.0

¿Quién no quiso alguna vez ser James Bond?, ¿Quién no soñó con salvar a la humanidad con una heroicidad, acabar con el malvado, ligárselas a todas sólo con un ligero pestañeo y todo sin apenas despeinarse y sin arrugarse el traje impecable?

Espías 2.0

Algo parecido es lo que debieron pensar los gerifaltes del Shin Bet, la agencia de seguridad interna de Israel, cuando decidieron la creación de un blog con la finalidad de ofrecer una imagen más rejuvenecida y captar nuevos agentes, sobretodo expertos en tecnología.

Comparados con los misteriosos procedimientos de captación de agentes más tradicionales, la introducción de las nuevas Tecnologías de la Información en este proceso le otorga unas posibilidades inconmensurables, que todavía hoy está por explorar. Sería algo parecido a la implantación del espía 2.0 en un mundo hasta ahora sólo accesible a los gurús fantasiosos del cine y de la literatura de ficción.

Sin embargo, algo se les debió de escapar en la planificación de su estrategia proselitista al Shin Bet, porque, lejos de atraer la curiosidad y el interés de los futuros agentes potenciales, lo que está consiguiendo es desanimarlos a todas luces.

 Resulta que los agentes encargados de escribir los posts, identificados con el trazo sinuoso y efímero de una silueta y la inicial de su nombre, no responden al concepto que nos inculcó el cine  del hombre de acción dispuesto a dejarse la piel por la humanidad. Ni siquiera son agentes propiamente dichos, sino funcionarios a sueldo del departamento de tecnología de la agencia, que utilizan el blog para quejarse de la cortedad ignominiosa de sus sueldos y de la escasez de tiempo para dedicarlo a sus familias.

“Quizás he estado viendo demasiadas películas de James Bond, –comentó uno de los lectores- pero lo que ustedes describen luce bastante gris y monótono”. Por lo que me temo que la agencia de seguridad israelí se verá abocada de nuevo a aquellos viejos métodos de captación de héroes en los lugares más insospechados mediante el correspondiente formulario de rigor.

Y es que, aunque parezca increíble, todavía existen rincones donde hasta a la tecnología le cuesta llegar.