23 millones de dólares es el dinero que devolvieron los habitantes de Tokyo a oficinas de objetos perdidos.
Dejarnos una cosa en cualquier sitio es algo que a todos nos ha pasado alguna vez: las llaves, un móvil, el portàtil, la cartera ... Y ya la damos por perdida. Pocas veces se lo encuentra una persona lo bastante honesta y con el tiempo suficiente para acercarse a las oficinas de objetos perdidos.
Pues bien, si vivíeramos en Japón, las cosas serían distintas. Según un artículo del New York Times, en el 2002 en Tokyo se devolvieron 23 millones de dólares a las oficinas de objetos perdidos. De los cuáles, el 72% fue devuelto a sus propietarios y el 19% restante, acabó en manos de la persona que lo encontró, por no poder localizar al auténtico dueño.
Los japoneses se dirigen con el objeto encontrado a los koban (unas especie de casetas de la policía que se reparten de forma uniforme por todo Japón). Allí es meticulosamente catalogado según la fecha y el lugar donde se encontró. Si pasados seis meses no se consigue encontrar a la persona que perdió el dinero u otro objeto, el descubridor puede reclamarlo, pero sorprendentemente, éstos prefieren no molestarse en hacerlo. Así que el dinero acaba para el gobierno.
Pero en algo sí que se parecen los japoneses con nuestra sociedad: depende del valor perdido, nos movemos más o menos. Los paraguas son los objetos que más se pierden en Tokyo, pero de los 330.000 que se acumularon en objetos perdidos en el 2002, sólo se reclamaron un 0,3%. En cambio el teléfono móvil es el objeto con mayor índice de devolución: el 75%.
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