Solamente hace unas horas que me liberé del yugo de la subcontratación. Ha llegado el momento de romper una lanza en favor de los que quedan en la panza de la mugrienta galera, atados a los remos y con pocas esperanzas de escapar.
No caiga en la tentación de pensar que soy un sindicalista o un aprovechado, valga la rebuznancia. Quienes me conocen pueden atestiguar que mi profesionalidad, mi esfuerzo y mi contribución a los objetivos de la empresa que paga mi nómina son incuestionables.
Lo digo en román paladino: Soy todo menos un cara dura. Todo menos un vago. Por eso tengo la autoridad moral necesaria para exigir a las empresas de servicios que observen un comportamiento ético impecable. Y a los poderes públicos que hagan lo necesario para castigar los incumplimientos de manera ejemplar, fulminante y ejemplarizadora.
Es tan fácil como dotar al subcontratado de las condiciones que su contrato especifica. Para los no informados al respecto, voy a exponer unas cuantas situaciones frecuentes:
Todo esto puede parecer inevitable, pero no lo es. Tiene la llave el legislador, que puede hacer bien su trabajo y redactar un Estatuto del Subcontratado para regular esta forma moderna de esclavitud. Todos sabemos que en España, el país de los pícaros, cada ley tiene su trampa y cada gesto legislado es silenciosamente contradicho cuando la cosa no tiene remedio.
Yo mismo recibí y acepté una oferta de trabajo en una consultora, y cuando llegué alegre y contento a firmar el contrato, una encantadora señorita me obsequió con unas cláusulas sorpresa que me obligaban a cosas jamás mencionadas. Ni que decir tiene que tuve que firmarlas porque ya había avisado de mi marcha a mi empresa anterior. Empecé a planear la fuga antes de la incorporación.
La solución a todos estos problemas tiene un apelativo: Definición. Si se legisla a favor del subcontratado con el mismo entusiasmo con el que se ha trabajado la causa del gay y la lesbiana, no tiene aquel de qué preocuparse. Y no es que esté en contra de los dos colectivos citados, ni mucho menos. Deseo lo mejor a ambos grupos porque les mueve el amor. Aunque sea amor contra natura. Puestos a tolerar, me vale.
No es tan difícil:
Soy consciente, otra vez, de que generalizar es dejar fuera muchos casos, favorables y desfavorables. Hay subcontratados que no sufren estos martirios, son bien tratados por sus clientes y son valorados en todas partes. También hay subcontratados muy vagos que van saltando de flor en flor porque nadie soporta su cara dura una vez que les conoce. Pero hay que ser justos. También hay funcionarios muy cumplidores y funcionarios que no lo son tanto, y todos ellos están protegidos por la Ley.
O todos en la cama, o todos en el suelo.
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