Washington.- Cate Blanchett estrenó esta semana en Washington "Un tranvía llamado deseo", un clásico del teatro estadounidense que ha permitido volver a su medio original a una actriz "afortunada" gracias al cine, pero enamorada del escenario.
En la obra, que se representa desde el jueves en el Kennedy Center de Washington, Blanchett se pone en la piel de la atormentada Blanche Dubois, un personaje cuyo "dolor y complejidad" le fascinan, según dijo en una entrevista publicada hoy en The Washington Post.
"Un tranvía llamado deseo", producida por la propia actriz australiana a través de la compañía teatral que dirige en Sydney, colgó hace semanas el cartel de "vendido" en cada una de las 24 representaciones programadas para la capital estadounidense.
En una ciudad ajena a la galería de estrellas del cine que prueban suerte en Broadway, el gran atractivo de esta cita teatral está, sin duda, en ver cómo se mueve sobre el escenario la protagonista de éxitos de taquilla como "El Señor de los Anillos", "Elizabeth" o "El Curioso Caso de Benjamin Button".
Pero Blanchett, que dio sus primeros pasos en el teatro en Sydney, asegura que siempre fue "muy feliz" sobre el escenario, y que su éxito en la gran pantalla no tiene más misterio que la "suerte y oportunidad".
"Cuando estás trabajando en el teatro, enseguida te dicen: 'Ah, eres actor, ¿en cuántas películas has trabajado?' Y si no conocen nada de lo que has hecho acabas sintiendo que tu vida no tiene sentido ni valor alguno", dijo Blanchett al Post.
"Es una profesión tan intangible y vivimos en un mundo tan tangible que a menudo sientes que lo que haces no tiene apenas valor. Y supongo que hay un cierto tipo de éxito que te recuerda que puede que sí tenga poco valor", añadió.
Una vez madurada su carrera cinematográfica, la ganadora de un Óscar por su interpretación de una excéntrica Katherine Hepburn en "El Aviador" ha cambiado sus prioridades para centrarse en la dirección artística de la Sydney Theater Company, la misma en la que comenzó su carrera.
De la mano de esa compañía, y bajo la dirección de la actriz noruega Liv Ullmann, Blanchett se enfrenta ahora a un personaje que lanzó la carrera de actrices de todas las generaciones desde el estreno original de la obra de Tennessee Williams en 1947.
Para ponerse en la piel de la dependiente y angustiada Dubois, Blanchett ha leído las cartas privadas del autor de la obra, esperando captar en ellas "el miedo a la soledad" que ve en su personaje y conseguir erradicar "el aire pretencioso y manipulador" que considera que muchas veces se le ha dado.
"Lo que adoro del teatro es que sabes que tu responsabilidad es revelar lo que significa ser humano, con todos esos terribles fallos y debilidades -indicó-. Y salir cada noche e intentar alcanzar el nivel que Williams consiguió, es toda una labor".
"Un tranvía llamado deseo", que se estrenó por primera vez en Sydney en septiembre, se estrenará a finales de noviembre en la Academia de la Música de Brooklyn en Nueva York, donde permanecerá un mes.
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