León.- El escritor Julio Llamazares que hoy presenta la película "Elogio de la distancia" en el Ateneo Albéitar de León, tras su paso por la Seminci de Valladolid ha declarado a EFE que "estamos asistiendo al final de una forma de habitar el territorio".
Esta película documental describe la vida en un núcleo rural de Galicia, un proyecto propuesto por la Xunta de Galicia en el que, dice, ha trabajado con "libertad y presupuesto".
Llamazares, que figura como codirector de la obra, sostiene que ha sido más bien responsable literario que fílmico: "Fue una casualidad; me lo propusieron, se lo comenté a Felipe (Felipe Vega) y lo hicimos, con libertad y presupuesto. En estas condiciones no tendría inconveniente en hacer más cosas".
Como escritor vinculado al territorio, Llamazares entiende las movilizaciones agrarias (hoy hay una de ellas en León): "Creo que, siendo necesaria la transformación de la estructura económica que había en España, se está haciendo tan salvaje esa reestructuración que falta el mínimo respeto a la gente del campo".
"Hay un desprecio al mundo rural que viene de muy antiguo; el ser de pueblo ha sido un sambenito", dice este escritor, nacido en un pueblo de montaña leonesa sumergido bajo un embalse, y que retorna estos días a su origen para gozar del otoño.
Llamazares sostiene que debe haber esperanza para el mundo rural, pero la gente debe ser consciente de que el futuro no tiene nada que ver con el pasado.
"Hay una visión un poco nostálgica y bucólica por recuperar unas formas de vida; pero la forma de vida del pasado se terminó; lo que me niego es a aceptar que se acabe la vida, porque puede haber otras formas de habitar y ocupar el campo español sin que sea una reproducción de esquemas sociales y económicos ya caducos", ha dicho.
Ha destacado que los gobiernos deben luchar para evitar la desertización del territorio porque "por el camino que vamos podemos llegar a hacer un viaje nocturno sobre España y ver desde el avión sólo un espectro de luces de 50 ciudades y.... en el resto, la noche oscura del alma".
El autor acaba de recorrer las catedrales extremeñas para incluirlas en su libro "Las Rosas de Piedra"; está trabajando también en una novela, así como en un libro de cuentos en el que "solo faltan dos historias más para terminarlo".
Llamazares, que está cerrando estos días el capítulo dedicado a la catedral de Badajoz, señala que las tres catedrales extremeñas son muy dispares "La de Badajoz es casi sevillana, por la proximidad; la de Coria es muy leonesa".
"La gente -agrega- se sorprende de que Coria y Plasencia -separadas por apenas 30 kilómetros, sean capitales diocesanas, pero todo tiene su explicación por los avatares de la Reconquista y los avances de los distintos reinos; al final por las catedrales también se aprende historia".
Ha comparado las catedrales de Plasencia y Salamanca, donde se conservan, junto a los templos nuevos, los anteriores románicos: "El románico, que a mí me emociona, dejó de estar de moda y se derribó para hacer gótico, igual que ahora hay gente que tira la arquitectura rural para hacer chalés"
"El gótico era la arquitectura pujante, de los obispos ricos; y el románico quedó en las diócesis pobres, o en otras, como Salamanca y Plasencia, se demoró tanto la construcción de la catedral nueva que se mantuvo la vieja, hasta que la sociedad supo valorar el estilo anterior", ha agregado.
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