ESTAMBUL (TURQUÍA).- Las minorías tienen un significado especial en la historia de Turquía y, cómo no, Estambul es el espejo donde le gusta mirarse. Ésta es la historia de Tarlabashi, un barrio marginal del centro de Estambul, antes ocupado por armenios y griegos y ahora por gitanos y kurdos.
Tarlabashi es hoy paradero de prostitutas, camellos y transexuales. "Un lugar por donde pasar de largo", según afirman los locales. Por eso hicieron que una carretera de seis carriles lo separase del hedonista Beyoglu. Eso fue en 1988, y Tarlabashi era entonces un ápice de lo que es ahora. Griegos y armenios habían sido expulsados hacía tiempo y los kurdos no habían llegado. Fue en los noventa cuando este pueblo empezó a inmigrar a Estambul desde el sudeste del país, empujado por el conflicto con el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) y la pobreza general de aquella región.
Hoy viven en Estambul cerca de dos millones de kurdos (sobre una población de 16 millones) y muchos de ellos acabaron en el marginal Tarlabashi, donde se han hecho mayoría debido a la importancia de los lazos familiares: los primeros inmigrantes se instalaron en el marginal y pobre Tarlabashi y fueron acogiendo sobrinos y primos. Sin embargo, a pesar de la marginalidad, pasear por este barrio es una clase magistral de arquitectura: edificios armenios de principios del s.XX, griegos del XIX y casas bajas de madera... No obstante, servicios básicos como luz y agua continúan sin estar asegurados en el barrio.
El Ayuntamiento de Estambul ha presentado el proyecto 'Renovando Tarlabasi' (Tarlabasi Yenileniyor) para tirar los edificios más viejos y en peor estado y crear "un barrio moderno", de hoteles, centros comerciales y viviendas de estándar europeo. Inicialmente estaba previsto que el proyecto estuviese concluido para 2010, año en el que Estambul se convierte en la capital europea de la cultura, pero la oposición de los vecinos ha atrasado su aplicación, y de momento no se ha tocado ninguno de los 258 edificios que está previsto tirar.
"El proyecto se ha diseñado sin contar con los residentes del barrio", comenta Erdal Aybek, que trabaja en la Asociación de vecinos de Tarlabasi. Sólo una carretera los separa, pero la diferencia de precios entre Beyoglu y Tarlabasi es casi el doble. La demanda de nuevas casas de alto nivel en el centro motiva al Ayuntamiento a "limpiar" el barrio continuo. Mine Erel es bailarina en uno de los nightclubs del barrio, donde ha habitado durante más de 30 años. Mine incluso es propietaria de su apartamento de 215 m2, que comparte con sus dos perros y un inquilino al que alquila una habitación. "A cambio de mi casa me ofrecen un piso enano en las afueras. Ni siquiera me dan la oportunidad de comprar uno de los nuevos que van a construir", confiesa.
Hanife Türkan es una de las kurdas recientemente desplazadas. Hanife abandonó su pueblo huyendo de la guerra civil que enfrentaba al ejército y al PKK. "Ya nos echaron una vez de nuestras casas. Donde quiera que vamos somos expulsados", asegura. Lo curioso del barrio es que el 70% de los pisos son alquilados, mientras que el porcentaje de la ciudad es del 35% . En Tarlabasi vive gente que no sólo no puede comprar un apartamento, sino ni siquiera pagar más de 50 euros de alquiler. "Antes todos encontraban techo en Tarlabasi, aunque fuese en malas condiciones, pero los beneficios inmobiliarios mandan y el Ayuntamiento quiere mandar los Bulldozes", afirma Mücella Yapici, consejera de la Cámara de arquitectura de Estambul. El problema es que "no ofrecen una alternativa factible a los vecinos".
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