El 1 de enero España asume la Presidencia de la UE. El Gobierno ha previsto gastarse durante los seis meses que durará 90 millones de euros. De ellos, un pellizco al que aún no se le han puesto ceros irá destinado a comprar regalos para los periodistas (del tipo bolígrafos, cuadernos, paraguas, memorias USB...) y para los miembros de las delegaciones (del tipo agendas electrónicas, cámaras fotográficas...). Los países que ejercen las presidencias de turno de la UE mantienen la tradición de ofrecer regalos cuando se celebran las reuniones de los líderes de la Unión. Pero esta práctica que en algunos países de la UE se acepta con normalidad no gusta nada en otros, que la ven más cerca del soborno que de la atención.
Casi como un acto de provocación para estos países contrarios a la política del regalito, Francia, durante su presidencia en el último semestre de 2008, apartó ni más ni menos que tres millones de euros de su arrogante presupuesto (151 'kilos') y le encargó al popular diseñador Philippe Starck regalos de alto nivel. El país galo quiso repartir artículos de buena calidad y un diseño que proyectara una imagen moderna y sofisticada de Francia.
Al otro lado y mirando estas prácticas con recelo están los países nórdicos. La actual presidencia sueca, por ejemplo, se ha debatido entre regalar a la prensa algo con espíritu Ikea (barato y práctico) o directamente no darle nada. "Hemos preferido enfocar la cuestión con sobriedad. Se discutió prescindir completamente de los regalos, porque no pocas veces terminan abandonados en las habitaciones de hotel o en el cubo de la basura", nos explica Svante Hådell, responsable de la logística con los medios de comunicación de la presidencia sueca. "Sin embargo, decidimos que si éramos capaces de encontrar un artículo que fuera barato, práctico y al mismo típicamente sueco lo daríamos. Al final, repartimos una bonita bolsa de la tienda de diseño sueco Ordning & Reda. Es azul, del mismo tono que nuestro logo, y sirve tanto para guardar papeles como para llevar un portátil. El coste total de las alrededor de mil bolsas que regalará la presidencia sueca asciende a unos 20.000 euros", explica Hådell.
El debate va y viene cada seis meses. La cultura del país que asume la presidencia y la coyuntura marcan la tendencia en cada momento. 2005, por ejemplo, fue un año de pocos agasajos a los periodistas. En marzo de ese año la presidencia luxemburguesa de turno regaló a los periodistas durante una cumbre corbatas, pañuelos y un reproductor mp3. Tres meses después, esa misma presidencia decidió suprimir los regalos en las reuniones del Consejo Europeo y entregar el dinero al Programa de lucha contra el sida de la ONU. En julio de ese mismo año, asumía la presidencia el Reino Unido y decidió también dejar a la malacostumbrada prensa sin sus regalos.
Tras estos meses sin obsequios, le tocó el turno a la presidencia austriaca y volvió a retomarse la costumbre de los agasajos, que incluyeron, entre otras cosas, una cena en un castillo con la actuación en directo de una cantante de ópera. Volvía a abrirse el debate sobre la pertinencia y la ética de estos gastos.
La organización británica Open Europe, que defiende más transparencia y la eliminación de burocracia en la UE, denuncia el gasto en este tipo de regalos promocionales. Sus críticas se dirigen sobre todo a las instituciones europeas más que a las presidencias de turno, cuyos presupuestos salen del país que las ostenta, pero apuntan en la misma dirección. "Se gastan miles de millones de euros cada año tratando de promover el concepto de integración de la UE, y parte de esto implica la producción de merchandising, como si se tratara de una empresa privada", nos explica Stephen Booth desde Londres. "En lugar de tratar de vender esa 'unión cada vez más estrecha' a los medios de comunicación, harían mucho mejor escuchando las demandas de los ciudadanos de la UE, que piden que ésta sea más transparente y democrática, y concentrándose en enmendar muchas de sus políticas fallidas".
En general, son los países mediterráneos y Portugal los más acostumbrados a este "cohecho" con la prensa en grados más o menos inocentes y, claro, los medios de estos países somos los más receptivos y facilones. Que levante la mano la redacción a la que no lleguen regalitos por mucho código de buena práctica que se tenga en la empresa. En algunos casos, los redactores están obligados a devolver el regalo si supera un valor estipulado, pero todos sabemos que no siempre se cumple con lo que escrito.
Para nuestros colegas de otros países, sin embargo, la política del regalito es casi inconcebible. "¿Regalos a las redacciones? Apenas llegan y en muchos casos los que llegan se devuelven. Algo se publica si tiene valor informativo no porque alguien ha regalado algo al periodista para convencerle. En Finlandia eso está muy mal visto. Si yo recibiera regalos, me avergonzaría", explica por e-mail desde Helsinki el periodista Mika Virta, que trabaja en una radio finlandesa.
El delicado asunto de aceptar regalos en el ámbito profesional está más de actualidad que nunca con la trama Gürtel... Pero miremos para dentro. ¿Qué hay de los regalos que acepta la prensa? ¿Dónde hay que ponerle el límite a este soborno? ¿Deberían las instituciones —españolas y europeas— prescindir de los gastos en estos regalos? ¿De qué lado estás en este asunto, de los mediterráneos o de los nórdicos?
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