Montevideo.- Militar, conspirador y hoy sentenciado a 25 años de cárcel por delitos de lesa humanidad, Gregorio Conrado Álvarez Armelino, más conocido como el "Goyo" Álvarez, fue el último presidente que tuvo la dictadura uruguaya y una de las figuras fundamentales de ese negro período (1973-1985) de la historia del país.
El otrora orgulloso militar, reconocido por su negativa a admitir los crímenes cometidos por la dictadura contra los disidentes políticos y por su escasa memoria a la hora de presentarse a declarar en los juzgados penales, ahora deberá penar por 37 asesinatos cometidos cuando era el jefe del Ejército uruguayo.
Hijo, nieto y hermano de militares, Álvarez nació en Montevideo en 1925 y muy joven entró en la Academia Militar, de la que salió en 1946 como oficial de caballería, arma en la que desarrolló gran parte de su carrera militar destinado en cuarteles del interior del país.
De su estadía en el campo, el "Goyo" Álvarez mantuvo su afición a los caballos y el negocio de la cría de ganado, en el que tuvo un notable éxito en sociedad con su familia política.
En 1971 fue ascendido a general y asumió como jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, entidad encargada de la lucha contra los guerrilleros tupamaros y otros subversivos.
En aquel entonces, un comando terrorista asesinó a su hermano, el coronel Artigas Álvarez, a la sazón director de Defensa Civil de Uruguay, ante sus propios ojos, lo que según sus biógrafos generó en el general un implacable deseo de venganza contra los responsables de su muerte.
Tras el golpe cívico militar de 1973, la represión se desató y se sucedieron las muertes de opositores al régimen (comunistas e izquierdistas en general, sindicalistas, demócratas), con ejecuciones sumarias y torturas en cuarteles militares y comisarías.
Álvarez ya se encontraba entonces entre los generales que formaban el núcleo duro de la dictadura.
En 1978 fue designado comandante en Jefe del Ejército, cargo que ocupó hasta su pase a retiro, el 1 de febrero de 1979.
Según los defensores de los derechos humanos, en los dos años en los que el Ejército estuvo bajo su mando, en Uruguay se produjeron tres desapariciones y más de 50 ejecuciones extrajudiciales, una de ellas la de Roberto Luzardo, uno de los acusados de matar a Artigas Álvarez y que murió tras serle negada la asistencia médica después de haber sido golpeado.
Una vez en situación de retiro, su actividad política se intensificó y conspiró para torpedear todos los intentos de restaurar la democracia, al tiempo que comenzó a buscar el poder presidencial.
En 1980, el intento de la dictadura por impulsar una reforma constitucional fue derrotado en las urnas y Álvarez vio su oportunidad para sentarse en la silla presidencial de la mano de sus fieles generales.
Así, en 1981, fue nombrado presidente de la República en un período en el que las dictaduras latinoamericanas ya comenzaban a perder fuerza y cuando la reorganización sindical y estudiantil en Uruguay impuso una mayor presión al régimen.
Tras unas elecciones generales en las que fueron proscritos varios reconocidos líderes opositores, el "Goyo" accedió a entregar el gobierno en 12 de febrero de 1985.
Amparado por la Ley de Caducidad, aprobada en 1986 y que evitó los juicios contra policías y militares violadores de los derechos humanos durante la dictadura, Álvarez siguió en libertad, defendiendo su actuación política y explotando sus negocios ganaderos.
Sin embargo, la llegada al gobierno del Frente Amplio en 2005 dejó fuera del alcance de la norma una serie de casos, todos ellos relacionados con la desaparición o asesinato de disidentes uruguayos fuera del país o en camino hacia Uruguay.
Procesado en 2007 por el juez Luis Charles, Álvarez fue recluido en una nueva cárcel especial construida para militares involucrados en crímenes de lesa humanidad, donde hoy conoció su sentencia.
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