Hace sólo diez días Ana Rosa Quintana entrevistó a Jyoti Amge, una adolescente india que, con apenas 58 centímetros de altura y cinco kilos de peso, está considerada la mujer más pequeña del mundo. Ayer la presentadora creyó cerrar de manera magistral el círculo freak que la mantiene al frente de las audiencias matutinas con Sultán Kosen, el hombre más alto del mundo, un gigante turco de 247 centímetros de altura (y unas manos de 28 centímetros y unos pies de 36,5). ¿El nuevo dúo sacapuntas? ¿La guinda a un proyecto de televisión extremista? ¿La cumbre de una carrera irreprochable? De ninguna manera. Ana Rosa cometió un grave error, posiblemente el mayor de su carrera (que ya es decir), al permitir que Sultán se le escapase, periodísticamente hablando, vivito y... coleando. Porque la grandeza de este turco descomunal no está en lo que vimos en televisión sino, evidentemente, en lo que no vimos... Paolo Vasile tiene que estar que trina: la escritora dejó pasar una oportunidad única. Desaprovechó uno de esos momentos que han convertido a una cadena como Telecinco en líder de audiencia. Me explico...
Seguro que Sultán, por cuatro duros más, se había sacado la chorra en directo. Y como la esperada nueva ley audiovisual sólo prohíbe en abierto el porno, es decir, la penetración con eyaculación, nadie hubiese podido quejarse de la presencia de un turco con un cipote de caballo a las 11 de la mañana. Reconozcan la magia del momento, y cómo hubiese ayudado a solucionar el problema de muchas parejas en crisis. La señora que no entendía a su manirroto marido, que se había gastado 2.000 euros en una pantalla de plasma de 50 pulgadas para disfrutar de la Liga, en ese momento habría visto la luz. La luz y el pepino de Sultán, que habría llenado de alegría su pixelada mañana. Las piernas de Casillas e Iniesta habrían sido sustituidas por un aterciopelado prepucio y un enhiesto glande.
Como todo el mundo con unos mínimos conocimientos científicos y anatómicos sabe, el tamaño del pene es directamente proporcional al del dedo índice. Y al de los pies. No lo digo yo, lo aseguran estudios antropométricos realizados por los mejores urólogos, que han llevado a cabo numerosos experimentos tomando medidas de flacidez, jalonamiento y erección a cientos de hombres caucásicos (negros no, que a Ana Rosa le traen malos recuerdos).
El último de ellos es el Dr. Evangelos Spyropoulos, que al frente de un equipo de especialistas griegos ha realizado un análisis de los penes de 52 varones sanos, de entre 19 y 38 años de edad. "Existe relación directa entre la longitud del miembro viril y el dedo índice", sentencia Spyropoulos tras medir manos, pies y ciruelos.
Siguiendo las tablas comparativas que está diseñando Spyropoulos no sería difícil hacer un cálculo del tamaño aproximado del miembro de Sultán, teniendo en cuenta que sus manos miden 28 centímetros y sus pies 36,5. El resultado, digno de una parada equina, sin duda hubiera disparado las audiencias de Telecinco.
En cualquier caso, Ana Rosa todavía está a tiempo de corregir su histórico error. ¿Cómo? Muy fácil: reuniendo a Sultán y a Jyoti en un programa especial, que podría emitir desde Cáceres y llamar 'los extremeños se tocan'. La cosa no quedaría ahí, puesto que ambos ficharían en exclusiva por la productora de Ana Rosa, y se convertirían en seña de identidad de Telecinco.
Entrarían en 'Gran hermano', formarían parte de la plantilla de 'Mujeres y hombres', serían entrevistados por Jorge Javier Vázquez, flamante premio Ondas, en 'Sálvame'.
Y, finalmente, se convertirían en las estrellas de 'La noria', donde en la recta final del programa, ya en hora golfa, realizarían un sensual striptease que los dejaría en pelotas.
Puro espectáculo, pura televisión.
P.D.1
Una imagen que vale más que mil... reportajes de investigación con cámara oculta. La nevera de Francisco Camps...
'Los hombres topo quieren tus ojos'.
Varios autores.
Editorial Valdemar.
No es la primera vez que la exquisita editorial Valdemar lanza una recopilación de relatos espeluznantes. Recuerdo, sin ir más lejos, el lanzamiento hace cinco años de un 'Maestros del horror de Arkham House' en el que contaban sus historias Lovecraft, Ashton Smith o Donald Wandrei, entre otros. En este nuevo 'Los hombres topo quieren tus ojos' husmea entre, cito a la propia editorial, "un subgénero literario de la pulp fiction de mayor éxito en los años 30, la época dorada de las revistas pulp norteamericana, un estilo conocido como Weir Menace (Amenaza extraña)".
Narraciones donde el misterio, la sangre y la sensualidad se mezclan con habilidad y sin recato. Aquí hay crímenes rituales, momias bebedoras de sangre, novias satánicas y bestias caníbales, exuberantes mujeres desnudas asesinadas en nombre del arte, ciegos enloquecidos que arrancan los ojos a la gente... No falta de nada. Ni siquiera el interesante prólogo de Jesús Palacios, un 'Sangre, sudor y pulps' que nos ayudará a entender un terror de serie B que contó con grandes maestros a su servicio.
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