Valencia.- La película "Ajami", proyectada hoy en la Mostra de Valencia Cinema del Mediterrani, analiza el conflicto humano de un barrio de Jaffa (Israel) donde conviven tres religiones distintas mediante una puesta en escena hiperrealista, con personas que se interpretan a sí mismas y reaccionan emotivamente ante un guión que desconocen.
Los directores de esta producción palestino-israelí, Scandar Copti y Yaron Shani, han confesado en rueda de prensa su "obsesión" por contar una historia "real" en un escenario donde cristianos, judíos y musulmanes cohabitan enfrentados por las directrices de sus credos, que coartan permanentemente sus propios sentimientos e intereses.
El policía israelí de película es un verdadero policía israelí, al igual que el camarero, el soldado y el resto de personajes y figurantes que intervienen en el largometraje, escogidos entre "trescientas personas del barrio" que "jamás" se habían puesto ante una cámara.
Con este grupo de personas, los directores crearon un taller de interpretación y, durante diez meses, recrearon reacciones emocionales ante situaciones y hechos reales, pero a ninguno de ellos se les entregó el guión, según ha contado Copti.
La película recrea la situación "insostenible" de este barrio israelí, extrapolable a muchas otras zonas, a través de la historia y de las relaciones personales de una decena de personajes y sus opuestos puntos de vista.
Nasri, un chico de 13 años que vive atemorizado; Malekm un refugiado palestino que trabaja ilegalmente en Israel; Binj, un palestino rico que sueña con un futuro brillante junto a su novia judía y Dando, un policía judío obsesionado con encontrar a su hermano desaparecido, son los protagonistas.
"La trama es una historia muy precisa, pero ninguno de los actores conocía el guión. Queríamos guiarlos a través de una historia y filmar sus reacciones", con dos cámaras "al hombro" y un planteamiento cercano al documental, sin utilizar siquiera "términos cinematográficos" en sus conversaciones, ha relatado Copti.
Los directores extremaron el uso de este recurso de realidad, "mucho más interesante" a su juicio que "cualquier ficción", rodando la película cronológicamente, para dar "continuidad" a las emociones expresadas por los personajes.
La película trata de identificar a los espectadores con la vida de uno de los personajes generando así una expectativa, y cambia bruscamente de personaje para ofrecer otro punto de vista y "truncar" sus previsiones.
"Es gente que vive las mismas situaciones a través de una moral distinta. El contrapunto de visiones convierte al bueno en malo y viceversa, mostrando que, en realidad, sólo son formas distintas de comprender las cosas, algo muy presente en casi todos los conflictos políticos", ha razonado Shani.
Copti, un ciudadano palestino del Estado Israelí, y Shani, un judío israelí, ambos noveles en la realización cinematográfica, han tratado de plasmar así esta "trágica ambivalencia de la realidad humana".
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