Quien piense que el periodismo languidece es que no ve la televisión. En la pequeña pantalla está teniendo lugar la verdadera revolución del mundo de la información. Una revolución que, atentos gurús puntocom de medio pelo y dueños de periódicos de papel, no tiene nada que ver con la irrupción del mundo digital y las nuevas tecnologías. El nuevo periodismo se ha instalado en la tele, y consiste en algo que podría parecer ciencia ficción: anticiparse a la noticia. El lector se merece eso y mucho más. Un nuevo y revolucionario sistema de captura de noticias futuras que, además de convertir a los redactores en semidioses, ayudaría a las empresas de comunicación a conseguir uno de sus principales objetivos: abaratar costes. Se acabaron los desplazamientos innecesarios, los rumores que hay que confirmar in situ, los taxis injustificados... Ni un movimiento en falso, ni un rodeo, ni una duda, ni un duro en combustible desperdiciado. Noticias a tiro fijo.
El pasado martes, sin ir más lejos, tres equipos de televisión de otras tantas cadenas se apostaron después de comer frente a la casa de Arnaldo Otegi en Elgoibar (Guipuzcoa). Montaron sus trípodes, eligieron los mejores tiros de cámara y encendieron unos pitos (que en todos los trabajos se fuma), mientras esperaban la llegada de la noticia: la detención del dirigente de la izquierda abertzale. Los reporteros conocían los detalles de la operación organizada por Baltasar Garzón. Ante tamaño ejercicio de periodismo de anticipación, el juez tuvo que adelantar todo el operativo policial previsto.
El maestro de este nuevo y revolucionario género periodístico es brasileño, y se llama Wallace Souza. Su programa de sucesos 'Canal Livre' se emitió con gran éxito en la televisión brasileña SBT. La grandeza de Souza, ex policía y diputado antes que presentador, estaba en su descomunal olfato para el delito: no sólo era el primero en llegar a la escena del crimen, sino que ofrecía detalles de los asesinatos que sorprendían incluso a la policía. Un profesional como la copa de un pino. Muchos de nuestros reporteros estrella matarían a su madre, le sacarían los ojos con un sacacorchos y orinarían en sus cuencas por tener la décima parte del talento de Souza, por disponer de ese instinto, por disfrutar de ese don.
Una de las reglas de oro del periodismo es que la realidad no puede arruinar una noticia. Es decir, que el hecho de que Souza se encuentre en estos momentos entre rejas (era él quién organizaba los crímenes: mandaba matar por conseguir primicias) no va a chafarme el post. Ni resta un ápice del valor periodístico de este hombre, el periodista perfecto, el informador del futuro.
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