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No hay crítica de arquitectura en la red

Por DIEGO FULLAONDO (SOITU.ES)
Actualizado 19-10-2009 17:27 CET

Llevo escuchando desde que era niño la afirmación relativa a la escasez de crítica en el panorama arquitectónico español. No sé hasta qué punto es cierta o ya se ha convertido en una muletilla recurrente. Pero lo cierto es que, aun hoy en día, con la enorme proliferación de blogs y demás sitios de la red dedicados a la arquitectura, la queja se sigue repitiendo con más y más frecuencia en todos los foros.

Supongo que la dificultad está en la propia palabra: crítica. Implica una capacidad de discernir, de separar, de ordenar y valorar, que no va muy de acuerdo con los tiempos actuales. La relativización de toda forma de conocimiento, asociada al irracional miedo al error que nos rodea, no es el caldo de cultivo idóneo para la aparición de la crítica en su sentido estricto (habría que poner en cuarentena incluso la veracidad del deseo de la misma que se manifiesta con tanta frecuencia).

Si a eso añadimos que en nuestro pequeño mundo la incómoda palabreja se complementa con el adjetivo "arquitectónica", la cosa no mejora: nos envía al delicado mundo de la disciplina, frágil en todas sus fronteras en esta de orgía de trans-disciplinaridad en la que estamos sumidos. Si hablas de lo tuyo: malo porque eres un miope que no contemplas las señales obvias que se producen en otros campos más ágiles; y si no hablas de lo tuyo: malo también porque no se entiende nada y no se sabe qué tiene eso que ver con poner un ladrillo encima de otro.

A pesar de este difícil escenario, y gracias a la poderosa red, se multiplican las voces que hablan de arquitectura. Tanto que, este pobladísimo Speaker’s Corner arquitectónico, se ha vuelto tan ruidoso que es muy difícil incluso escuchar lo que dice cada uno de los oradores. La posibilidad de decir ha superado en importancia a la relevancia de lo dicho. Por supuesto, ha dejado de ser significativo, quién diga cada cosa. En este balbuceante nuevo mundo lo más importante es que los bebés hablen. Que digan mamá, o papá, o pilota, o brum, brum. Lo que sea, pero que hablen. Con la esperanza de que entre todo ese ruido, llanto y moco seremos capaces de extractar lo inteligible y componer un discurso que nos permita seguir avanzando.

Pero, asumiendo la poca importancia de la pregunta (de la respuesta, mejor dicho), ¿qué es lo que dicen esas voces que hablan de arquitectura en la red? Desde la óptica de un apasionado y voluntarioso aficionado (todavía analógico aunque me pese), consigo distinguir algunos grandes grupos vocales razonablemente homogéneos:

  1. Páginas web o blogs destinados básicamente a la promoción personal. Es obvio que como herramienta de publicidad, como medio de darse a conocer, todo el entramado de internet resulta enormemente atractivo. De alguna manera, sustituye y generaliza la cara y elitista autoedición de publicaciones que se realizaba antaño, para presentar el trabajo de cada estudio, como hacen la mayoría de los consagrados, entre otros.. Desde luego, nada que objetar. Incluso hay sitios que muestran su trabajo de forma muy brillante y sugerente. Pero, en este caso, de crítica de arquitectura, nada de nada.
  2. Un segundo gran grupo son los sitios y blogs que informan sobre lo que acontece en todo nuestro mundillo, como el de Edgar González, por poner un ejemplo. Seleccionan aquí y allá informaciones relacionadas con la arquitectura según su propio criterio y las presentan de forma conjunta. Hace algún tiempo me sorprendió mucho la respuesta de un conocido blogger afincado en España que interpelado por sus lectores para que emitiera una opinión sobre un tema conflictivo, contestó airadamente que ese no era su papel. Él se limitaba a seleccionar lo que publicaba y lo colocaba en su escaparate para que fueran otros los que juzgaran. Si lo estimaban conveniente, claro.

    Creo que aquel día empecé a comprender algo la red. Vi este tipo de sitios como gigantescas empresas de transportes de mercancías. Deciden sus rutas comerciales y los medios idóneos para llevar mercancías de un sitio a otro. Incluso pueden negarse a llevar tal o cual material por la razón que sea (hay empresas que no transportan animales vivos, o que no llevan armas, o que están especializadas en el transporte de congelados, o....) Su único compromiso es que el producto llegue a destino (a tiempo y sin caducar). Pero, en ningún caso, valoran la calidad del contenido de su trailer. No es su trabajo.

    Por eso me sorprendo tanto cuando, desde esta muy apreciable y especializada actividad de transportista, se da el salto a experto internacional en yogures o cualquiera que sea la mercancía que se ha acarreado.

    La única aportación personal de este tipo de blogger es la elección de lo publicado. Eso ya es mucho, hasta demasiado, dicen algunos. A mí la verdad, me parece muy bien: nos facilita mucho el trabajo, nos permite elegir, nos ahorra tiempo y nos mantiene informados (a cada uno de lo que le interesa) con muy poco esfuerzo. Pero, al igual que en el caso anterior, desde el punto de vista de la crítica, vuelve a ser poco, muy poco.
  3. Otro gran conjunto de voces, son aquellas que se centran en el ejercicio de la profesión. Aquellos lugares en los que se desmenuza la práctica profesional destapando y denunciando el enorme número de contradicciones y conflictos con los que nos enfrentamos en el día a día. Colegios profesionales, normativas, administraciones, papeleos, atribuciones, seguros, denuncias... Reconozco la utilidad de estos sitios para intentar cambiar o mejorar nuestro ejercicio diario. En muchos casos (como en este) arrancan de mí una sonrisa cómplice. Sin embargo, no puedo evitar una cierta sensación de pudor al ver expuestas nuestras intimidades en público. En fin, eso debe ser un problema personal derivado de mi enfermiza timidez.

    En cualquier caso, en lo que estaremos de acuerdo, es en que, como en los anteriores, la crítica arquitectónica tampoco aparece por estos lares.

  4. Llamo blogs temáticos, a aquellos que algunos arquitectos construyen alrededor de su propia concepción de lo arquitectónico. En este momento son muy frecuentes todos aquellos que tiene que ver con la sostenibilidad. También los hay centrados en la importancia creciente de lo digital, de lo urbano, de determinados aspectos técnicos, etc. Cada uno puede elegir en función de sus inquietudes personales qué sitio de estos visitar y seguir. El de Ecosistema Urbano es un buen ejemplo.

    En estos lugares suele profundizarse más en el aspecto concreto que les ocupa. Pero también hay que decir que en la mayoría de los casos, digamos que se predica para conversos. La carga ideológica previa es muy superior a la crítica, que, de nuevo, brilla por su ausencia.

Existen muchas otras variantes y muchos híbridos de estas situaciones arquetípicas: Blogs universitarios de alumnos y/o profesores, que en general suelen resultar muy interesantes; páginas que se dedican a ser exclusivamente un registro digital de lo que está aconteciendo; sitios de profesionales de otras ramas que por algún motivo tienden puentes hacia lo arquitectónico (con frecuencia hacia lo urbano), que, a mí personalmente, son casi los más me gusta leer; bitácoras personales de anécdotas bastante irrelevantes; etc.

Muchísima oferta y, tal y como hemos visto, efectivamente muy poca crítica. Un par de motivos para esta paradójica situación en la que, cuando por fin existen las máximas facilidades para que todo el mundo pueda ejercer esta vieja y reivindicada actividad, ésta no aparece con la fuerza que hubiera sido previsible:

El primero es el tiempo. Una crítica que merezca ser denominada como tal en el sentido clásico del término exige tiempo a su autor. Tiempo de reflexión específica sobre el tema. Y un tiempo previo de formación y experiencia que permita fundamentar explícita o implícitamente sus afirmaciones. Pero de lo único que no vamos 'sobraos' en este período veloz que atravesamos es de tiempo. La aceleración creciente en la que nos toca vivir exige ser rápidos, formar opiniones inmediatas, responder de manera automática, ser tácticos y no estratégicos. Vale más un slogan que un ensayo. El artículo es la máxima extensión que nos permitimos escribir e incluso (más importante) leer. La labor crítica con estas premisas no tiene ni siquiera la ocasión de proponerse.

Y el segundo es la propia naturaleza revolucionaria o de cambio de paradigma que dicen los más modernos, que vivimos. La revolución no es el momento de criticar. Es el momento de la acción, de producir, de proponer. Ya habrá tiempo después de valorar. Ahora el mundo se siente empujado a hacer. Las preguntas pueden hacer dudar al revolucionario de su misión. Y eso es lo único inaceptable.

No sé si es lo correcto. Pero es lo que hay. Si no hay más crítica, es probable que sea porque no deba haberla.


*Diego Fullaondo es arquitecto y uno de los directores del estudio IN-fact arquitectura.

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