NUEVA YORK.- Hace ya algún tiempo tuvimos la oportunidad de conocer a los chicos de escoitar.org, un colectivo que se dedica a recopilar los sonidos propios de la geografía gallega. En una conversación con ellos, lamentaban que poca gente hiciera acopio de recuerdos a través de los sonidos. Hemos decidido hacer nuestra esta reivindicación, ya que hay ciudades y lugares que merecen ser pensados a través de su banda sonora. Por ejemplo, quien haya estado en Marrakech, podrá acordarse del sonido que emitían los vendedores ambulantes de tabaco al hacer rebotar en sus manos un puñado de monedas con el fin de hacer notar su presencia.
Pues bien, ya que nos encontramos en Nueva York, al margen del continuo trajín de ambulancias y coches de bomberos, que con su acumulación de luces parecen casi una atracción de aquellas ferias itinerantes que se instalan en los descampados de las afueras de las capitales de provincia, si hay un lugar que debe ser recordado por sus sonidos, ése es Chinatown. Estos son algunos de los sonidos más representativos con los que topamos tras un paseo por sus calles.
Si tuviéramos que elegir nuestro ritual favorito para atraer la buena fortuna, sin duda, elegiríamos a la gente que cada año se disfraza para asistir al sorteo de Navidad, ya sea verdaderamente para ganarse el favor de los astros o para arañar unos segundos de gloria en el telediario de Antena 3. Pero si hay alguien sabio a la hora de elegir rituales de la buenaventura, hablamos del pueblo chino. Y no lo decimos por su afición a las famosas galletas de la fortuna, que muchos comparten a través de Facebook. Ahora lo decimos por la estampa que nos encontramos a la entrada del templo budista de Mahayana, donde un grupo de mujeres chinas, ancianas en su mayoría y con escasos conocimientos de inglés en su totalidad, agitaban en el aire una especie de varillas mientras oraban arrodilladas frente a un altar consagrado a Buda. El sonido nos parece de lo más hipnótico y relajante. Después de todo, tal vez no sea casualidad que la canción 'Good Fortune', de PJ Harvey, esté ambientada en Chinatown.
Este sonido está dedicado a todos los amantes de los bares manchegos y su batir continuo de fichas de dominó. Y es que parece que la población jubilada de lugares tan distantes como Tomelloso y Pekín coniciden en una cosa: su pasión por rayar mesas. En este caso, se trata de una partida de xiangqi grabada en Columbus Park, un juego de mesa que un anciano desdentado y con sombrero de paja describió con una soberana aliteración: "chinese chess".
A pesar del bullicio que reina en las calles de Chinatown hay algunos lugares que permanecen envasados al vacío. Uno de ellos es el gabinete de acupuntura y herboristería del licenciado Jeffrey G. Chen. Un hombre al que se ve tranquilo y que usa agujas desechables en sus sesiones, eso que quede bien claro. Un lugar en el que, sinceramente, no esperábamos encontrar a ningún occidental. Y para nuestra sorpresa hallamos a una tipa que hablaba como si se hubiera comido un tarro de Philadelphia a cucharadas y actuaba como un yupi que hubiera viajado a la India y ahora caminara descalzo por la Gran Vía. Pues bien, en ese oasis grabamos el sonido de cómo un empleado del licenciado Chen se dedicaba a empaquetar especias, unas especias que extraía de cajas pequeñas de madera, de ésas que uno siente la necesidad de abrir para averiguar su contenido, algo así como lo que ocurre en España con las mercerías.
En la calle Bowery, una de las principales que cortan Chinatown, existe un local insólito, cuya función es la de preparar a las parejas de recién casados para su pertinente sesión fotográfica. La estética allí es el delirio de un estilista de 'Noche de fiesta', con reflejos azules en el pelo de los novios, con trajes de novia repletos de pliegues como hechos con los retazos de un pastel de fresa, y las madrinas que difícilmente pueden contener las lágrimas mientras sueñan con que algún día les llegue el turno a ellas de subirse a la limusina que espera al pie del comercio para dar un paseo a los tórtolos. En esta tesitura, sentimos la obligación de abordar a una sonriente pareja para que declarasen su amor ante nuestra grabadora. Así se dice 'te quiero' en chino.
Al tratarse éste de un recorrido musical por Estados Unidos, no pudimos resistir la tentación de adentrarnos en la primera tienda de discos que se cruzó en nuestro camino. Y una enorme televisión te recibe con el dvd de un karaoke. Los autores de este artículo, que defienden los karaokes con más fervor que los responsables de la candidatura olímpica de Tokio, y conocen bien los videoclips que acompañan las canciones, se vieron un poco sobresaltados al comprobar que, a diferencia de lo que ocurre en España, no aparecían imágenes de playas paradisíacas ni de gaviotas que las sobrevuelan, sino la imagen fija de un guaperas 'made in China' con una buena dosis de brillantina. Y suena así.
¡Los bazares, qué lugares! Nos referimos a ese tipo de tiendas en los que conviene adentrarse con el espíritu de un espeleólogo con casco de oropel. En nuestras frecuentes inmersiones, siempre nos han sorprendido especialmente algunos objetos, como los famosos gatos que mueven el brazo, la multitud de útiles que se acumulan para una fiesta de disfraces perfecta, así como una serie de juguetes infantiles que son capaces de encerrar un componente tierno y un componente diabólico al tiempo. En un bazar de la calle Mulberry, en pleno corazón de Chinatown, encontramos este sonido, procedente de una muñeca infantil, el cual podría servir perfectamente como banda sonora para un psyco thriller de lo más zen.
Este par de intrépidos reporteros se jugó el tipo para intentar registrar el sonido de la cocina de un restaurante chino. Sin ánimo de intentar alimentar el mito que persigue a la procedencia de la carne en este tipo de restaurantes (María y Álvaro se declaran fervientes seguidores), la tarea fue infructuosa porque los empleados de todos los lugares visitados se negaron a permitir la entrada, con lo que nos quedamos con las ganas de ofreceros el sonido de cómo se tuesta la piel de un pato asado. En cualquier caso, nos gustaría saber, querido lector, cuál es el sonido que más aprecias en tu propia ciudad, o cuál es el que más recuerdas de las ciudades que has visitado en tus viajes. Si te animas, deja un comentario.
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