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España trafica mejor

  • Nuestro país ocupa el sexto lugar en el ranking mundial de exportación de armamento
  • Un informe de varias ONGs asegura que España vende armas a países en conflicto
Por GERVASIO SÁNCHEZ (SOITU.ES)
Actualizado 15-10-2009 10:11 CET

"A mí me parece muy hipócrita que un gobierno que habla de derechos humanos, de compromiso por la paz, de alianza de civilizaciones, se dedique a vender guerra, muerte y destrucción". Aunque todavía falta un trimestre para finalizar 2009, me atrevo a decir que ésta es la mejor frase que he escuchado durante todo el año. Su autor es un joven traductor de 29 años llamado Rafael Lafuente Blanco y, su interlocutor, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Ocurrió el 26 de enero en el programa 'Tengo una pregunta para usted' ante una audiencia de seis millones de televidentes.

Una pregunta muy incómoda

El joven tuvo las agallas de recordarle al presidente que "es incongruente" que vayamos publicitando un discurso pacifista y, al mismo tiempo, seamos una de las principales potencias armamentísticas del mundo.

Desde aquel lejano día, España trafica mejor, ya que hemos escalado dos posiciones y ahora ocupamos el sexto puesto en el ranking mundial, después de Estados Unidos, Rusia, Alemania, Reino Unido y Francia. Es posible que sea en lo único que hemos ascendido en las estadísticas mundiales en este aciago año. No es una razón para sentirnos orgullosos.

Rafael pidió a Zapatero que explicase, "no sólo con palabras bonitas", por qué su Gobierno ha duplicado la venta de armas. Un presidente muy incómodo (sus asesores no le habían preparado para ese tipo de preguntas) intentó escurrir el bulto con una frase hecha: "Nosotros tenemos una industria de armamento que exporta. Es insignificante la venta de armas a Israel...". Pero el joven no se amilanó: "¿Cómo de insignificante?". El presidente intentó minimizar las ventas armamentísticas. Rafael contraatacó con dureza: "¿Tiene usted una idea de cuántos civiles palestinos habrán matado nuestras armas?".

En ese mes de enero se había producido la invasión de Gaza, que podría costarle caro a los máximos responsables israelíes si prosperan algunas iniciativas internacionales. Zapatero respondió con otra frase hecha: "Estoy convencido de que el armamento que hemos vendido a Israel no se ha utilizado para eso". Rafael volvió a incomodarle: "¿Cómo lo puede demostrar?".

El duro intercambio duró 3,29 minutos, mejor dicho, casi un minuto menos, porque los últimos cincuenta segundos Zapatero se fue por los cerros de Úbeda y los gastó recordando lo maravilloso que es su Gobierno en el concierto de las naciones. Se atrevió a decir que "somos pioneros y líderes en la eliminación de las bombas de racimo", una afirmación dudosa, porque contradice lo ocurrido en los prolegómenos de la reunión de Dublín de mayo de 2008, en la que se pactó el texto definitivo del tratado internacional contra este tipo de armas.

Ambigüedad calculada

La delegación gubernamental española mantuvo una ambigüedad calculada hasta poco antes de la reunión. Las ONGs no sabían si la posición española sería abogar por una prohibición total de las bombas de racimo o defender un tratado con exclusiones que permitiese a las empresas españolas fabricar algunos modelos de bombas de racimo. Sólo la presión convenció a Zapatero de la inutilidad de su posición.

Recientemente, Amnistía Internacional, Intermón Oxfam, Greenpeace y Fundació per la Pau, cuatro organizaciones humanitarias no gubernamentales muy prestigiosas, han presentado un informe titulado "¿Se está cumpliendo la Ley? Análisis de las exportaciones españolas de armas en 2008" (PDF: 1,3MB). En él se hace un exhaustivo balance desde diciembre de 2007, cuando las Cortes Generales aprobaron la Ley de Comercio Exterior de Material de Defensa y Doble Uso (Ley 53/2007).

Toque de atención

Después de enumerar algunos avances positivos en el control de la venta de armas, el informe se muestra muy crítico ante "las transferencias a destinos preocupantes sin que se conozcan los criterios que han permitido estas exportaciones, según lo establecido por la ley".

La legislación es muy clara, ya que afirma que no deben venderse armas "cuando existan indicios racionales de que puedan ser empleadas en acciones que perturben la paz, puedan exacerbar tensiones o conflictos latentes, puedan ser utilizados de manera contraria al respeto debido y la dignidad inherente al ser humano, con fines de represión interna o en situaciones de violación de derechos humanos, tengan como destino países con evidencia de desvíos de materiales transferidos o puedan vulnerar los compromisos internacionales contraídos por España".

En la lista de nuestros compradores, en cambio, hay países en los que existen conflictos armados, violaciones del Derecho Internacional Humanitario (DIH), graves violaciones de derechos humanos y altos índices de violencia armada. Entre ellos destacan Angola, Arabia Saudí, Argelia, Bolivia, Cuba, Colombia, Egipto, Estados Unidos —"su ejército se ha visto involucrado en violaciones de derechos humanos y del DIH en sus misiones en el exterior, como en Irak o Afganistán"—, Georgia, Ghana, India, Indonesia, Israel, Jamaica, Líbano, Marruecos, Pakistán, Paraguay —"frecuente destino de operaciones triangulares con países limítrofes"—, Senegal, Sri Lanka, Sudáfrica, Turquía y Venezuela.

El informe asegura que "la información proporcionada por el Gobierno sobre las ventas de material de defensa y de material de doble uso, incluyendo las armas de caza y tiro deportivo y sus municiones, sigue siendo insuficiente para realizar un control parlamentario efectivo". Además, no existe coincidencia entre los datos de Aduanas y las estadísticas oficiales en relación a las cantidades exportadas.

Es decir, podemos estar vendiendo más armas de las que declaramos. Si el Gobierno oculta datos al parlamento y a la opinión pública, tenemos derecho a pensar que nos está mintiendo. También podemos pensar que Zapatero es nuestro mejor traficante de armas. Y, para colmo, esta actitud hipócrita, como le dijo nuestro querido y valiente traductor Rafael, pone en duda su supuesto prestigio pacifista, destruye su talante y su discurso ético.

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