Santander.- La duda que se cierne sobre el futuro de la anchoa del Cantábrico puede resolverse en tres años, si, como todo indica, el Instituto Español de Oceanografía (IEO) logra criar en cautividad un bocarte que tendrá la misma grasa, textura y sabor que la anchoa más valorada hoy por su calidad y precio.
Carlos Fernández Pato es el investigador principal del proyecto que va a iniciar el IEO, gracias a un convenio con el Gobierno de Cantabria, para criar en cautividad bocartes que permitan mantener la garantía de calidad de la anchoa del Cantábrico, si no se puede capturar este pescado en el mar, como lleva ocurriendo hace más de cuatro años.
En una entrevista con Efe, este biólogo asegura que es posible, como con todas las especies marinas, criar bocartes y, además, el centro que el IEO tiene en Santander cuenta ya con ejemplares de esta especie, capturados en el mar, que viven perfectamente en cautividad alimentándose de un pienso que elabora el instituto.
Estos bocartes se mantienen con motivo del proyecto nacional que el centro del IEO de Santander, el instituto vasco de investigación marina (AZTI), el Acuario de San Sebastián y la Universidad de Oviedo están llevando a cabo para caracterizar genéticamente este especie, de cara a mantenerla, después de estar prohibida su pesca por su escasez.
Y serán también estos estudios llevados a cabo por este grupo nacional, los que servirán de base para criar en cautividad, en Santander, esta especie, de cara a su distribución a la industria conservera y para cebo vivo.
Fernández Pato cree posible que en tres años, cuando finaliza el estudio, se podrá contar con un bocarte, criado en cautividad, que servirá para el salazón y que tendrá la calidad de esta especie en estado salvaje. Ya que el proyecto incluye un análisis bioquímico de la composición de la anchoa que se encuentra en el mar para que la cultivada tenga los mismos ácidos grasos, proteínas y textura.
Además, señala que la "ventaja" de este bocarte es que no tendrá parásitos, pero reconoce que habrá que asegurarse de que mantiene una variabilidad genética que, incluso, permitirá en un futuro repoblar la pesquería del Cantábrico.
Este investigador del IEO matiza que la utilización de este bocarte en cautividad para la repoblación "es una posibilidad más remota", que ahora no está incluida en el trabajo encargado por el Gobierno de Cantabria. Sin embargo, afirma que se podría utilizar escogiendo el momento adecuado para su suelta y contando con las comunidades autónomas y países implicados en la pesca de esta especie en el Golfo de Vizcaya.
Para 2011, Fernández Pato espera haber criado, en el centro del instituto en Santander, un bocarte con la textura, la grasa y las características que tiene esta especie para salazón y disponer así de una anchoa que, como en su día dijo el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, siga siendo "el caviar del Cantábrico".
"Tenemos fundamentos biológicos, ahora esperamos que nos acompañe la suerte, que siempre hace falta", asegura este biólogo, quien considera que esta técnica que desarrolle el IEO puede luego servir a las administraciones o a la industria para cultivar la anchoa para el salazón.
Porque recuerda que el bocarte del Cantábrico (Engraulis Encrasicholus) es, dentro de su especie, el más adecuado para la conserva por la calidad de su carne y, por ello, reitera la "importancia total y absoluta" de que el cultivado mantenga esa calidad para poder seguir presumiendo de esta anchoa.
Y, además, ha dicho, dará "luz" a las sombras que ahora preocupan a las industrias conserveras, en especial a las de Cantabria, donde este sector es parte importante de la economía regional.
Fernández Pato aboga también por la posible suelta, en un futuro y con todas las garantías genéticas, de estos bocartes al mar, para que convivan con los que están en estado salvaje y así se repueble una pesquería, la del Cantábrico, que lleva varios años "amenazada" por su escasez y, a consecuencia de esto, cerrada a la pesca.
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