Madrid.- La vida de la matemática y astrónoma Hipatia de Alejandría, que hoy llega a los cines de la mano de Alejandro Amenábar, demuestra "la falsedad de la Historia, que no es lo que ha pasado, sino el recuerdo de lo que ha pasado", según el escritor Eduardo Vaquerizo, autor de la novela "La última noche de Hipatia".
Vaquerizo comenzó a escribir su obra, publicada estos días por Bibliópolis, hace ya diez años, pero el inminente estreno de "Ágora", le dio "el último empujón" que necesitaba para una historia que siempre le ha fascinado, ya que la destrucción de la Biblioteca de Alejandría en el siglo IV "tiene el gran atractivo de las cosas que se pierden".
"La última noche de Hipatia" relata el trágico destino de la primera científica de la que hay constancia histórica, a través de los ojos de la protagonista de la novela: una mujer contemporánea que viaja en el tiempo, lo que "aporta más frescura y mayor eficacia en la inmersión del lector en esta época de la antigüedad".
"Me confieso escritor de género fantástico" -reconoce Vaquerizo, cuya obra anterior "Danza de Tinieblas" tuvo un gran éxito y fue finalista del Premio Minotauro-, pues "lo quiera o no, en todos los escritos en los que pongo la mano acabo echando mano de este enfoque, aunque aquí se revela una herramienta literaria útil".
El autor cree que es muy difícil que se vuelva a producir una pérdida de información del calibre de lo que sucedió durante la destrucción de la Biblioteca de Alejandría, habida cuenta de los sistemas de almacenamiento digital e Internet de los que se dispone hoy, aunque opina que esto es "una maldición aún peor", ya que "cada vez es más complicado encontrar cosas valiosas".
"Lo que necesitamos es buceadores en la cultura que nos descubran esas perlas que la mera acumulación de obras una encima de otra van a dejar sepultadas en llanuras abisales: en el futuro se podrán buscar tesoros allí porque el problema no es que se vaya a perder la cultura sino que igual no la volvemos a encontrar", añade.
Sobre la polémica imagen del cristianismo que ofrece la historia, ante el fanatismo de los primitivos dirigentes religiosos, Vaquerizo recuerda que el emperador Teodosio prohibió en la época todos los cultos no cristianos, "con lo que los perseguidos pasaron a ser perseguidores y viceversa".
"Es un cambio tan radical respecto a lo que nos contaron en las películas de romanos y en las historias antiguas que cuando lo descubres por primera vez choca mucho, pero es así", añade.
"Al final descubres, no sé si con horror o con alivio, que en todas partes cuecen habas, porque cuando llegamos al poder solemos demostrar una muy acusada tendencia a ejercerlo de forma despótica", concluye el escritor.
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