Padang (Indonesia).- El puesto médico avanzado del equipo de ayuda humanitaria española en Indonesia abrió hoy sus puertas en la región más devastada por el seísmo que sacudió la isla de Sumatra la semana pasada para atender a los supervivientes.
Los 49 integrantes de la expedición hispana, en su mayoría bomberos y personal sanitario, terminaron ayer tarde de montar en Parik Malintang sus instalaciones portátiles para asistir a las víctimas, después de que el material aterrizase esa misma madrugada.
La Cruz Roja estima que el terremoto, de 7,6 grados en la escala de Richter, ha dejado en total más de 3.000 fallecidos, hasta 200.000 edificios dañados y unas 450.000 personas sin hogar.
"Al empezar a tratar con los afectados te das cuenta de que todo el esfuerzo ha tenido sentido y de que hemos acertado", explicó a Efe Pablo Yuste, coordinador de la expedición y jefe del departamento de Emergencias y Postconflictos de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
Las 48 toneladas de ayuda humanitaria española enviada hasta Indonesia y valorada en un millón de euros incluyen tres potabilizadoras portátiles de agua y un puesto médico avanzado de gran tamaño con capacidad para realizar intervenciones quirúrgicas menores.
"Atención sanitaria es lo que pidió el Gobierno de Indonesia y es además el fuerte de la cooperación española. Todas las ONG que vienen tienen gran experiencia en este campo", señaló Yuste.
"Nuestro cometido es cubrir los servicios sanitarios de la zona, que se han venido abajo por culpa del terremoto", añadió.
Este centro sanitario tiene una gran versatilidad y es capaz de atender desde problemas de salud como cólicos a consultas de pediatría y ginecología, pasando por casos de traumas infantil.
El área donde trabajan los voluntarios españoles ofrece, nueve días después de la catástrofe, un panorama desolador, con centenares de casas reducidas a escombros, decenas de niños mendigando en los arcenes de las carreteras y ancianos abandonados junto a las ruinas de lo que fueron sus hogares.
Sólo en esta región, más de 600 personas han muerto y el 85 por ciento de las viviendas han resultado dañadas en mayor o menor medida, según datos del Ministerio de Sanidad y varias ONG locales, respectivamente.
Aquí tres aldeas, Pulau Aiya, Lubuk Lawe y Jumena, quedaron totalmente sepultadas en sendos corrimientos de tierra, y varias decenas más han resultado dañadas o quedado incomunicadas.
El Ejecutivo regional estima que en la capital de esta región, llamada también Pariaman, las pérdidas superan los 1,1 billones de rupias (77,5 millones de euros).
El alcance real de la tragedia es aún "difícil de determinar", según explicó el jefe equipo español, ya que la información disponible sobre los problemas y necesidades de la zona aún no han sido evaluados con exactitud.
El operativo hispano fue uno de los primeros de origen extranjero que decidió instalarse en esta zona, a pesar de los complicados accesos, al considerar que era la que estaba más necesitada de ayuda humanitaria.
"Preferimos establecernos en sitios remotos porque normalmente tienen más necesidades pero reciben menos ayudas. Pocos equipos son tan autónomos como el nuestro", destacó Yuste.
El pasado lunes una avanzadilla del operativo español se desplazó a Indonesia para coordinarse con las autoridades locales y Naciones Unidas, elegir un lugar de operaciones y preparar la llegada y desembarco del grueso de la ayuda humanitaria y el personal.
El equipo prevé quedarse dos semanas en Indonesia para afrontar los primeros retos tras la catástrofe y ceder posteriormente el testigo a algún organismo estatal indonesio o a una ONG.
Los componentes de la expedición son técnicos de la AECID y voluntarios de las ONG españolas SAMUR-Madrid, Bomberos Unidos Sin Fronteras, Bomberos Sin Fronteras y SAR-España.
El terremoto, de 7,6 grados en la escala de Richter, se produjo el pasado 30 de septiembre frente a la costa de Sumatra Occidental.
Indonesia se asienta sobre el "Anillo de Fuego del Pacífico', una zona de gran actividad sísmica y volcánica que sufre unos 7.000 terremotos al año, la mayoría moderados.
Juan Palop
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