Nueva York.- El estadounidense Irving Penn, uno de los fotógrafos de moda más influyentes y cuyo nombre estuvo ligado mucho tiempo a la revista Vogue, falleció hoy en su casa de Nueva York a los 92 años, informó el New York Times en su edición digital.
Casado durante 42 años con la modelo Lisa Fonssagrives, Penn comenzó su carrera en la década de los 40 como fotógrafo de moda de esa conocida revista y desde entonces ha retratado a múltiples personajes famosos, desde el escritor T.S. Elliot, hasta los pintores españoles Pablo Picasso, Joan Miró y Salvador Dalí.
Además, entre otros muchos, caras tan conocidas como Arthur Miller, Tennessee Williams, Woody Allen, Ingmar Bergman o Janis Joplin posaron para Penn a lo largo de su prolífica carrera fotográfica, en la que destacan también las instantáneas en las que capturó la esencia cultural de Nueva York en la época de la postguerra.
Durante su larga carrera profesional, Penn trabajó en las revistas de moda más prestigiosas de Estados Unidos y se hizo especialmente conocido, porque muchas de sus fotografías acabaron en prestigiosos museos y galerías de todo el mundo, e incluso han protagonizado selectas subastas.
Irving Penn, quien vivía hasta ahora en Manhattan, nació en Plainfield, en el vecino estado de Nueva Jersey, en 1917 y tomó su primera fotografía en color para la portada de Vogue del 1 de octubre de 1943.
Sus composiciones, según los expertos, contribuyeron de manera definitiva a la imagen de ese medio, además de imponer un estilo de fotografiar en estudio que creó escuela.
En 1947 empezó a fotografiar sentados y en espacios minimalistas a artistas como Dalí, una personalidad habituada a tener el control de su imagen.
Un año después, Penn construyó en su estudio un pequeño espacio de paredes móviles que utilizaba para dar un ambiente más intimista a sus retratos en blanco y negro, y allí captó la personalidad de Truman Capote, Marcel Duchamp o Georgia O'Keeffe.
Sus retratos de una década después muestran una evolución en su estilo, acercándose más al personaje para acentuar su personalidad, y a menudo fotografió en un plano corto, en el que todo el espacio se llena con un rostro.
Precisamente, uno de esos famosos retratos es la instantánea que Penn tomó de Picasso en 1957 en Cannes (Francia), en la que se ve su rostro ladeado entre sombras, con sombrero y embozado en su abrigo, centrando la intensa mirada de uno de los ojos del artista.
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