SITGES.— El espacio exterior es poca cosa comparado con el espacio interior. Monstruos de la razón, como en 'Planeta prohibido', sin moverse de la nave espacial: el cuerpo, con el que viajamos por el tiempo y del que se desprenden cuerpos nuevos, que viajan a su vez, para hacer otros cuerpos. Si se piensa es escalofriante, o desalentador: ¿para eso, todo? El tema de la supervivencia de la especie es recurrente en la SF. También, la paradoja del tiempo que no pasa, el tiempo suspendido en el sueño. Y lo que pasa cuando no pasa el tiempo, lo que esto puede hacerle a nuestra mente. Walt Disney despertando en un mundo en el que no hay dibujos animados.
'Pandorum' gira sobre esos ejes e incorpora el de las mutaciones, que no se explica bien, pero ayuda a animar el susto. Comunidad de tipos antropófagos, tritones que tienen el detalle de llevar las linternas con luz azul para que pueda saberse en los pasillos que se trata de ellos, e incluso practicar la caza deportiva según las reglas de la Caballería.
Por el clima, entre 'La aventura del Poseidón', 'Alien' y '2001', confusa y un tanto elemental, como suele ser, en el cine, la SF de pretendido empaque.
'Celda 211'. La clave está en la cárcel. Encerrada. Por equivocación. Aunque por equivocación es como acaba en la cárcel la gente, que si no te equivocas (más aún si no te equivocas del lado de la mesa en el que debes estar) quedas fuera. "¿Cómo pudo ocurrir?".
Es la casualidad. La concatenación de las casualidades. Ir temprano al trabajo, un día antes (que eso no lo hace nadie); un cascote que cae; la decisión apresurada de tumbarte en la primera cama a mano. Y la mano juguetona del Destino, que ha preparado un motín para que el nuevo funcionario reciba un curso de inmersión en su preestreno. Tensión. Trama bien construida, pese a algún guiño fácil para la galería: "Ustedes sí que matan bien" (por lo los presos de ETA) y un trasfondo de coraje y de amistad, de reconocimiento, de respeto. Magníficos Tosar y Alberto Ammann, con 'Thirst', hasta ahora lo mejor de un Festival que coge fuerza.
Fin de fiesta con 'Grace'. De las delicias de darle el pecho a un niño (mejor dicho, una niña) que lo que quiere es sangre. Suegra autoritaria con médico entregado a la causa y juego de martillo. En Sitges, un aplauso a cada martillazo; que en el Gólgota o en la Vía Apia de Espartaco, este público se dejaba las manos. Mucha risa también con la broma final, en una cinta tierna, edificante, amor de madre y muy señora suya que, como siga la niña por ahí, el sueldo se les va en esparadrapo.
*Opina sobre Sitges en su debate de utoi
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