Berlín.- La canciller alemana, Angela Merkel, evocó hoy como "auténticos artífices de la unidad" de Alemania y de Europa a los ciudadanos de a pié que rompieron el Telón de Acero en pos de la libertad y llamó a mantener vivo el coraje mostrado entonces para superar el gran desafío del presente, la crisis económica global.
"La Unidad fue posible porque miles de personas plasmaron su anhelo de libertad en coraje cívico. El ansia de libertad del pueblo nos trajo la unidad", afirmó en la conmemoración del tratado firmado el 3 de octubre de 1990 por el que se disolvió la República Democrática Alemana (RDA).
"Necesitamos la fuerza productiva de ese 1989, en que el pueblo mostró toda su fortaleza, para asumir los retos actuales", enfatizó Merkel desde Saarbrücken (junto a la frontera francesa), en el día de la Unidad Alemana y ante el vigésimo aniversario de la Caída del Muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989.
El desafío ahora es superar la crisis económica provocada "por los excesos de algunos banquero", recordó Merkel, apenas una semana después de su reelección y camino de formar gobierno en coalición con los liberales, su aliado natural. "La libertad debe estar ligada al sentido de la responsabilidad", dijo.
"Los tiempos de los excesos quedaron atrás, quedan por superar sus estragos, como debemos hacerlo con las huellas de la división alemana", declaró la canciller, quien en 2005 se convirtió en la primera mujer -y del este- al frente de un Gobierno federal alemán.
Por su biografía -creció en el Este y entró en política con la reunificación-, Merkel representa la primera jefatura de un gobierno realmente integrador entre ambas partes del país.
Con Merkel, su Unión Cristianodemócrata (CDU) ha recuperado la posición de primera fuerza en el este, donde por primera vez en años su formación alcanzó niveles parecidos al resto del país -32,2 por ciento, frente al 33,8 del computo global-.
La cara positiva de la unificación es la posición de Alemania en el mundo, como potencia respetada pero no temida, mientras que el reverso de la moneda es el desnivel económico y social persistente entre ambas partes del país.
El índice de desempleo del este dobla aún el del oeste y los niveles salariales y de las jubilaciones no están equiparados. Desde 1990, más de un millón y medio de ciudadanos del este emigraron al oeste, en busca de mejores perspectivas laborales.
Con ello ha seguido la progresiva despoblación de tiempos de la RDA, de la que entre 1945 y 1990 huyeron unos 4,6 millones de personas, sólo que ahora quien marcha al oeste no debe temer por su vida, como en tiempos de la Franja de la Muerte.
Las conmemoraciones del Día de la Unidad estuvieron envueltas en unas medidas de seguridad reforzadas a niveles poco habituales en Alemania, tras la difusión en las pasadas semanas de varios vídeos de Al Qaeda anunciando un "amargo despertar" para el país.
Al Qaeda exige del nuevo gobierno de Merkel la retirada de las tropas de Afganistán -el contingente alemán es el tercero en la misión internacional de ese país, tras EEUU y Reino Unido.
Ya antes de las generales, el domingo pasado, se reforzó la presencia policial en aeropuertos, estaciones de ferrocarril y otros lugares y la situación de alerta persiste, ya que la red terrorista hablaba de que tal "despertar" se produciría tras los comicios.
Mientras en Saarbrücken se concentraron efectivos policiales de varios "Länder", en Berlín y Múnich -donde se celebra la multitudinaria Oktoberfest o fiesta de la cerveza- se mantenía la situación de alerta en grandes concentraciones humanas.
Berlín vivió una fiesta en la calle, escenario de teatro callejero para un cuento protagonizado por dos gigantes, un buzo de 15 metros, símbolo de la República Federal de Alemania (RFA), y su "sobrinita" de 7,5 metros, representando a la RDA.
El espectáculo, obra de la Compagnie Royal de Luxe, empezó ayer, con el "despertar" de la marioneta menor, la Alemania comunista, desde el corazón del antiguo sector Este, en busca de su tío.
El coloso fue izado hoy de las aguas del río Spree, ante la estación central ferroviaria, y se puso en marcha en busca de la niña, en dirección a la Puerta de Brandeburgo.
Con esta alegoría bienintencionada -y paternalista- se representó el reencuentro familiar de las dos Alemanias, separadas durante décadas y emergiendo reunificadas en el corazón de Berlín.
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