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El factor Asia, clave en la derrota olímpica de Tokio

EFE
Actualizado 02-10-2009 18:04 CET

Tokio.-  Tokio tuvo que despedirse hoy de su sueño de acoger de nuevo unos Juegos Olímpicos en 2016, fecha que resultó demasiado cercana a la aclamada cita de Pekín en 2008.

A Asia no le correspondía esta vez albergar otros Juegos y ello quedó claro ya de madrugada en Japón, llevando la decepción a más de mil personas reunidas en el Ayuntamiento metropolitano y una Torre de Tokio iluminada con los colores olímpicos.

La capital japonesa puso fin a su larga lucha olímpica en la segunda ronda, minutos después de caer Chicago, con el mismo defecto que señaló el COI en su último informe de evaluación: escaso apoyo popular, en una madrugada de lluvia intermitente y tiempo inestable.

Ésta hubiera sido la segunda vez que la capital de Japón, segunda economía mundial, albergase una Olimpiada, después de la de 1964.

Tokio 2016 había defendido durante la larga precampaña que su candidatura era la más compacta -instalaciones en un radio de ocho kilómetros-, segura -el índice de homicidios es de 1,4 por cada 100.000 habitantes-, ecológica -reto de unos Juegos con cero emisiones- y, sobre todo, la más sólida desde un punto de vista financiero en esta época de crisis.

Tenía una garantía financiera total del Ejecutivo japonés en caso de llegar a endeudarse, que reiteró hoy en su exposición en Copenhague el primer ministro, Yukio Hatoyama, y un fondo asegurado de 4.000 millones de dólares para la infraestructura olímpica, superior al coste estimado de 3.700 millones de dólares.

Más que sus 137.000 plazas hoteleras en un radio de 50 kilómetros, sus 160.000 restaurantes, mil hectáreas de zonas verdes, su eficiente red de transporte con 24 millones de usuarios al día y el acento en los atletas expuesto ante el COI, han sido otras las variables que han pesado para abocar a Tokio a la derrota olímpica.

Además del factor campo -jugar de nuevo en Asia era demasiado pronto, sólo ocho años después de Pekín-, la distancia y la lejanía que implica todo lo relacionado con Japón han podido tener un peso excesivamente alto.

La falta de un apoyo popular claro y también de unos dirigentes con fuerte perfil que se implicasen de lleno en el proyecto olímpico, y arrastrasen con carisma y capacidad de convencer, han sido otros desencadenantes del fracaso tokiota.

Ambas variables descansan de hecho en la forma de ser japonesa, retraída y tímida, muy lejos de la exuberancia latina o la convicción estadounidense, fruto de que Japón, aunque desde hace décadas una gran potencia económica, estuvo totalmente aislado hasta finales del siglo XIX del mundo exterior.

El mayor adalid del proyecto olímpico tokiota ha sido su alcalde, Shintaro Isihara, un ultranacionalista prácticamente desconocido fuera de las fronteras niponas, y hasta última hora no se ha sumado claramente -esta misma semana- el nuevo primer ministro japonés, Yukio Hatoyama, ponente en Copenhague.

A un año de la designación de la sede olímpica de 2016, Ishirara reconocía que los diplomáticos nipones no son buenos relaciones públicas, por lo que pedía un esfuerzo político y una mayor implicación para lograr la selección final.

Ante el COI, el presidente de la candidatura tokiota, Ichiro Kono, admitió hoy que, aunque "ustedes nos han estimulado a que mostremos más pasión, no somos buenos en ello" pero dijo que su fuerza es "el trabajo en equipo" y que "cumplimos todo lo que decimos".

Otro factor que pudo haber afectado negativamente a Tokio es el escaso dominio del inglés de sus habitantes, con las dificultades de comunicación que podría plantear para atletas y público, aunque la campaña hizo un esfuerzo y todas las presentaciones fueron en inglés.

También las dudas que suscitaba el limitado tamaño y el tráfico alrededor de la Villa Olímpica, señalado por el COI en su informe y hoy por el príncipe Alberto de Mónaco en el turno de preguntas y respuestas.

Y, finalmente, una evidencia: si para algunas ciudades los Juegos son necesarios, la capital japonesa, con 35 millones de habitantes en su área metropolitana, no precisa la cita olímpica para llevar adelante su plan urbanístico a diez años para abrir la ciudad al mar y ampliar sus zonas verdes.

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