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Nick Cave, conejos suicidas y la vagina de Avril Lavigne

  • El músico afincado en Inglaterra acaba de publicar 'La muerte de Bunny Munro'
Por ALEJANDRO ARTECHE (SOITU.ES)
Actualizado 30-09-2009 19:10 CET

El primer plano de una tupida vagina en blanco y negro nos saluda desde la nueva novela del australiano Nick Cave. Bien conocido por su carrera musical con Birthday Party, los Bad Seeds o Grinderman, ésta no es la primera incursión en la literatura del músico afincado en Inglaterra, que debutó publicando su primer libro a finales de la década de los 80.

Esto no es nada nuevo. Cave no es el primero que compagina su carrera musical con las letras. Ahí tenemos a Madonna convertida en escritora de unos cuentos infantiles comprados más por los fans talluditos del tipo de los que salen mostrando su falta de pudor en el último vídeo de la ambición rubia que por los niños. Kylie Minogue le siguió a rebufo (Marta Sánchez para no ser menos seguro que lo intentó pero por ahora se ha conformado con uno de los blogs más surrealistas que pululan por la red). Y ya, hablando en serio, los ejemplos más destacables podrían ser Javier Corcovado —el considerado en sus comienzos por la crítica como el Nick Cave español— que está a punto de editar un nuevo poemario, la cabeza visible de Sr Chinarro, Antonio Luque y su 'Socorrismo' (Alpha Decay), o el especial de relatos escritos por músicos que la revista Eñe acaba de poner a la venta.

El que esté acostumbrado a las tortuosas letras de Nick Cave va a integrarse perfectamente en la historia de 'La muerte de Bunny Munro', una novela que destila el trágico humor agridulce del que se sabe que ya no tiene nada que perder o que lo tiene todo perdido, ve que su vida va cuesta abajo y lo único que hace es apretar el acelerador de manera inconsciente para ir más deprisa hacia el final.

Con una estructura cercana a la nueva narrativa americana aparecida en los 80 en las obras de, por ejemplo, Bret Easton Ellis, Dennis Cooper o Tama Janowitz, 'La muerte de Bunny Munro' nos presenta el descenso a los infiernos de Bunny, vendedor de productos de belleza a domicilio obsesionado con la vagina de la cantante Avril Lavigne —que además de surtir de todo tipo de potingues a sus clientas, se las trajina para satisfacer su inagotable apetito sexual—, cuya vida cambiará de la noche a la mañana al encontrarse viudo y con un hijo de nueve años a su cargo.

Como unas Thelma y Louise del siglo XXI o una especie de Quijote y Sancho Panza, Bunny se embarca con su hijo Bunny Jr en un viaje en coche iniciático para el niño, que se convertirá junto a su inseparable enciclopedia donde encuentra respuesta a todas sus dudas en una especie de Holden Caulfield viviendo su particular 'Guardián entre el centeno', mientras que su padre enfila los últimos metros del descenso a los infiernos con Kylie Minogue vestida con pantaloncitos dorados y cantando 'Spinning around' como banda sonora fatal mientras el espectro de su esposa no deja de atormentarle con sus apariciones incriminatorias.

Amas de casa maduras y aburridas o expertas en artes marciales, divorciadas obesas, yonquis adolescentes o ancianas ciegas, todo vale para saciar el apetito de la entrepierna de Bunny, cuyas acciones y acoso a las mujeres son conocidas por toda la comarca y gracias a las cuales ha conseguido que se le prohíba el acceso a casi todos los restaurantes de cadenas de comida rápida de la zona.

A pesar de la crueldad de algunas escenas y del sórdido ambiente que rodea toda la novela lleno de vidas tristes de personajes grises que viven en sucias casas viejas de urbanizaciones olvidadas de la mano de Dios y llenas de ratas (lo que en América se considera 'basura blanca'), Nick Cave también tiene su corazoncito tal y como nos demuestra al final de la novela y con las dedicatorias y agradecimientos que hace y donde pide disculpas a Kylie y Avril por la caña que les mete a las pobres durante todo el relato.

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