BOGOTÁ (COLOMBIA).- La principal obsesión del presidente colombiano Álvaro Uribe es silenciar su oscuro pasado. Intenta diariamente presentarse como un ejemplar patriota que se sacrifica por un país embrutecido por la violencia disparatada que dura décadas.
Se siente el salvador de la Patria y se presenta ante sus ciudadanos como un Presidente intachable al que se le debe dar una oportunidad gubernamental eterna. Si la Corte Constitucional impide que sea candidato en las elecciones de mayo de 2010, lo intentará en 2014 o 2018. Nunca se cansará de luchar porque "Colombia necesita una política prolongada en el tiempo" y la única válida es la suya.
Además, en julio de 2010, mes y medio después de las elecciones, se conmemora el bicentenario de la independencia de Colombia. Uribe quiere que su nombre se relacione con Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander, Antonio Nariño. Quiere convertirse en un prohombre de la historia como sus antepasados. Que los niños en la escuela se encandilen ante su figura y reserven su nombre en la memoria como un brebaje místico.
Pero algunos no creen en las bondades del Presidente. Piensan que Uribe huye de un pasado comprometedor, muy peligroso judicialmente si se convierte en un hombre corriente desligado de la inmunidad que le otorga la presidencia. Piensan que podrían ser pasto de los tribunales colombianos o incluso de cortes internacionales si bajase la guardia.
La justicia colombiana encontró pruebas de la estrecha vinculación entre diputados y senadores y los grupos paramilitares durante el año pasado. Un 33% de los senadores y un 15% de los diputados han sido llevados a juicio por presuntos nexos narcoparamilitares. Muchos de ellos son aliados de Uribe.
El caso del ex Presidente peruano Alberto Fujimori, arrestado y juzgado, después de más de una década de poder omnímodo, es un ejemplo a tener en cuenta por un presidente como Uribe de talante autoritario, que ha jugado con fuego con el paramilitarismo y el narcotráfico.
Su biografía está repleta de agujeros negros. En marzo de 1980 fue nombrado director del Departamento de Aeronáutica Civil. Durante los dos años y medio que se mantuvo en el cargo se entregaron 562 licencias de vuelo, récord en la historia colombiana.
En el libro 'Los jinetes de la cocaína', del periodista Fernando Garavito y el investigador Fabio Castillo, se acusa a Uribe de favorecer al cartel de Medellín de Pablo Escobar en la concesión de licencias y la construcción de pistas clandestinas. También se dice que el padre de Uribe era un conocido traficante que fue arrestado y estuvo en la lista de extraditables a Estados Unidos.
Virginia Vallejo, amante de Escobar, acusó en su libro 'Amando a Pablo, odiando a Escobar' a varios políticos, incluidos tres presidentes, de vínculos con el gran capo de la droga. "Sino hubiera sido por ese muchacho bendito estarían todavía trayendo la pasta de coca en llanta y nadando hasta Miami para llevarle la cocaína a los gringos", asegura que le comentó Escobar sobre Uribe.
En julio de 1983, el padre de Uribe fue asesinado y herido uno de sus hermanos. La prensa local recogió el incidente con pelos y señales. El periodista de Newsweek, Josep Contreras, dijo en su libro 'El señor de las sombras' que el helicóptero que transportó el cadáver pertenecía a Escobar. El entierro se convirtió en un reencuentro de los principales jefes del cartel de Medellín con Escobar y los Ochoa (emparentados con la madre de Uribe) a la cabeza.
En 2004, Contreras también publicó un documento redactado en septiembre de 1991 por funcionarios del Departamento de Defensa de EEUU en el que se vinculaba al presidente Uribe con el cartel de Medellín.
El informe desclasificado informaba de más de un centenar de personas ligadas al narcotráfico, según el Pentágono. El número 82 correspondía al entonces senador Uribe al que se acusaba de colaborar con el cartel, de ser amigo personal de Pablo Escobar y se le relacionaba con una empresa con actividades mafiosas en Estados Unidos. También se le acusaba de ser uno de los senadores que más se manifestaba en contra de cualquier tratado de extradición.
Durante su corto paso por la alcaldía de Medellín en 1982 apoyó públicamente proyectos financiados por Escobar y sus lugartenientes. Sus relaciones eran tan públicas que el presidente Belisario Betancur le obligó a dejar su puesto, según el periodista estadounidense Joseph Contreras.
Otra de las graves acusaciones contra Uribe se produjo en marzo de 2002, dos meses antes de que se convirtiera en presidente de Colombia. Un reportaje de Narco News escrito por el periodista Al Giordano daba a conocer un documento firmado por el jefe de la DEA (Agencia Antinarcóticos de Estados Unidos), Donnie R. Marshall el 3 de agosto de 2001, en el que se comunicaba la captura de tres barcos con cargamentos de insumos para la producción de cocaína entre noviembre de 1997 y enero de1998.
Las 50 toneladas de permanganato de potasio eran suficientes para fabricar 500 toneladas de hidroclorato de cocaína, con un valor en la calle de 15.000 millones de dólares. El dueño de la empresa, que entre 1994 y 1998 fue la más grande importadora de este precursor químico, según la DEA, era Pedro Juan Moreno Villa, jefe de la campaña presidencial de Uribe, ex secretario de gobierno durante los años en que fue gobernador de Antioquia y, por mucho tiempo, su mano derecha.
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