SUIZA.- El ciclista australiano Cadel Evans se adjudicó el Campeonato del Mundo de fondo en carretera, disputado en Mendrisio (Suiza), una prueba de 262,2 kilómetros sobre un circuito compuesto por 19 vueltas a un recorrido de 13,8 kilómetros, en la que brilló el español Joaquín Rodríguez, que terminó colgándose el bronce por detrás del ruso Evgeny Kolobnev, finalmente plata.
El corredor 'aussie' se aprovechó del férreo marcaje de los favoritos del grupo de nueve favoritos que marchaba por delante -entre los que destacaban Alejandro Valverde, Samuel Sánchez, Fabian Cancellara y Damiano Cunego - para atestar un sorprendente ataque en los últimos 6 kilómetros de la carrera, que le alejó del resto de integrantes para vencer en solitario y abrir el casillero de triunfos del país oceánico en la cita mundialista.
El líder del Silence-Lotto salva de este modo una temporada irregular en la que únicamente pudo destacar con la consecución del podio en la pasada edición de la Vuelta a España, y culmina de este modo la presea que le faltaba en su destacado currículum, en el que no llegó a brillar al defender los colores de su nación.
Tras el paso de Evans por la línea de meta, que llegó tras 6 horas 56 minutos y 26 segundos de ejercicio, un 'sprint' entre Kolobnev y 'Purito', que marchaban a la búsqueda del vencedor final, se decantó del lado del siberiano, lo que le reportó el último puesto del cajón al catalán, que de este modo salva la gris participación española, que no pudo controlar la resolución de la competición, pese a contar con tres bazas.
Finalmente, fue el campeón olímpico en Pekín, Samuel Sánchez el que terminó en cuarta posición por delante del ídolo local y campeón del mundo en contrarreloj, Fabian Cancellara, que se derrumbó ante la oportunidad perdida en su tierra natal, mientras que Valverde se conformó con la novena plaza final.
La carrera comenzó pausada y con condiciones soleadas, muy propicias para la evasión de posibles caídas en el trazado helvético -muy accidentado y 'rompepiernas', que podría pasar factura en las últimas vueltas al acumularse el cansancio-, hasta que se produjeron los primeros intentos de fuga tras 10 kilómetros de recorrido.
Los fugados fueron reagrupándose en un grupo de diez ciclistas, de tantas nacionalidades, entre los que destacaban el 'pistard' alemán André Greipel -acreedor sus cuatro victorias de etapa en la Vuelta a España-, y que fue desmarcándose con el destacamento de favoritos, cuya cadencia de pedaleo era mucho más pausada, hasta los nueve minutos de ventaja máxima.
Por detrás, los combinados italiano y español tomaron la batuta del pelotón con las bazas de Michele Scarponi y Marzio Bruseghin, por los transalpinos, y de David Plaza y Juan José Cobo, por los nacionales, al estar ambos bloques interesados en el endurecimiento de la prueba y en el control de la misma.
LA 'AZURRA' DINAMITÓ LA CARRERA
Con 145 kilómetros sobre las piernas, el cuadro dirigido por Franco Ballerini puso la nota de color al romper la estructura de la masa principal el segunda fila Giovani Scarponi, llevándose consigo al vigente jersey arco iris, Alessandro Ballan, y otro peso pesado como el belga Tom Boonen, a un nuevo grupo perseguidor.
Las principales bazas españolas tardaron en responder a la iniciativa 'azurra', pero rápidamente respondió Joaquín Rodríguez -el más activo de los de José Luis de Santos-, y Carlos Barredo, que se integraron en un conjunto de ciclistas que fue absorbiendo al primer grupo y que llegó a liderar la prueba hasta las tres últimas vueltas al circuito.
Fue entonces cuando la selección española lideró a un pelotón apático de responsabilidades para evitar el descalabro y fue reduciendo la distancia con la cuadrilla de cabeza, en la que se sucedían los ataques y en la que el mismo 'Purito', campeón de España de fondo en el 2007, bordó la labor de equipo para la reinserción de las primeras espadas nacionales.
Con la fuga controlada, fue Cancellara el que buscó desde lejos -a 20 kilómetros de la meta- dilapidar la prueba con un portentoso 'demarraje' que simplificó la agrupación de aspirantes, en la que en un primer momento se mantuvo el tricampeón del mundo Óscar Freire, pero que cedió terreno ante el empuje del helvético.
Con el paso de campana, y con la situación idónea para los intereses españoles, con 'Samu', Valverde y 'Purito' entre los últimos figurantes, fue Evans el que saltó de la vigilancia del conjunto de predilectos, que no atisbaron peligro alguno, pero que condenó el trabajo de la selección más activa durante el acto, España, que se marcha con escaso botín y con una buena oportunidad perdida.
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