Pittsburgh (EE.UU.).- La cumbre de Pittsburgh de jefes de Estado del G-20 concluyó hoy con un claro logro para este grupo apenas conocido hace un año, que ahora sale reconvertido en el gran supervisor del funcionamiento económico mundial.
Los mandatarios se despiden de esta tercera cumbre con algunos logros a sus espaldas, entre ellos el compromiso de poner los cimientos para lograr un crecimiento sostenido y, sobre todo, resolver las debilidades que condujeron a la crisis financiera mundial .
Así, los líderes del G-20 se comprometieron a acabar con los "excesos" en el sector bancario, ante la constancia de que su "temeridad y ausencia de responsabilidad" condujeron a la crisis.
La declaración adoptada hoy ataca los altos bonos de los directivos bancarios que, según recomiendan, deben ser fijados por objetivos a largo plazo y vinculados al rendimiento de la entidad.
No obstante, no impone unos limites a estos bonos, como defendía Francia, con la oposición de Estados Unidos.
Otro de los mensajes claros de la cumbre es que "hay que evitar la retirada prematura de los planes de estímulo" que han puesto en marcha los países para incentivar la reactivación económica, aunque se comprometen a comenzar a preparar una "estrategia de salida" cuando sea oportuno.
"Nos comprometemos hoy a mantener nuestra vigorosa respuesta hasta que esté asegurada una recuperación duradera", apunta el comunicado, en un mensaje que tranquiliza a los mercados ante la constancia de que no se va a retirar precipitadamente la inyección de recursos públicos.
En su reunión, el G-20 constató que la economía mundial ha comenzado a dar signos de recuperación, pero insiste en que estos logros "no debieran conducir a la complacencia", y que hay mucho que hacer todavía para lograr que el planeta disfrute de un crecimiento sostenible y equilibrado.
Al frente de la ingente tarea de impulsar las reformas financieras se coloca a partir de hoy el G-20, un grupo hasta hace poco desconocido y que se ha convertido en esta cumbre en el "consejo de administración" de la economía mundial, un papel que hasta ahora desarrollaban las naciones más poderosas.
Este movimiento a favor del G-20 (grupo donde participan países como Brasil, China o la India) pone de relevancia cómo ha cambiado la configuración económica mundial, y el peso creciente de las naciones emergentes.
Barack Obama ha sido precisamente uno de los impulsores de la transferencia de poder del G-8 (EE.UU., Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Canadá, Italia y Rusia) en favor del G-20, que sale convertido en el "foro principal de la cooperación económica internacional".
Al asumir este papel, el G-20 tendrá que dar su visto bueno a las políticas que desarrollan actores tan importantes como Estados Unidos o China.
En su declaración de hoy, este grupo da algunos bosquejos de la ruta que debe seguir la economía mundial para generar, según dice, un "crecimiento global, vigoroso, sostenible y equilibrado". El Fondo Monetario Internacional (FMI) le ayudará a vigilar cómo los países ponen en marcha sus reformas.
Entre sus propuestas, recomienda que las entidades financieras se recapitalicen, para ser más solventes, y que los países adopten medidas anticíclicas que eviten las subidas y caídas bruscas de los precios. También deben dotarse de políticas macroeconómicas que fomenten la estabilidad.
También propone que los organismos internacionales den una mayor participación a los países emergentes, y cita en concreto el FMI, donde los países ricos cederán un cinco por ciento de su capacidad de voto a las naciones menos representadas.
Otro de los puntos hace referencia al mercado de la energía, y pide que se reduzcan los "ineficaces" subsidios sobre el consumo de combustibles fósiles, que "promueven el derroche, reducen la seguridad energética y minan los esfuerzos para combatir el cambio climático".
Europa quería imponer una fecha límite para que los países que más subvencionan la producción y consumo de combustibles fósiles, como Rusia, retiren estos subsidios, lo que no ha sido posible.
Además, insta a los países, sin citar nombres, a luchar contra el proteccionismo comercial.
El G-20 ha decidido no fijar objetivos sobre el comercio o sobre el déficit presupuestario de los países, una iniciativa defendida por Europa, pero a la que se oponía firmemente China, temerosa de que se le exigiera poner freno a sus crecientes exportaciones.
El grupo tiene ahora unos meses por delante para poner en marcha esta ambiciosa agenda. La próxima cumbre ha sido convocada en Canadá, el próximo mes de junio, y seguirá otra en Corea del Sur en noviembre de 2010.
A partir de esa fecha, las reuniones serán anuales y la primera, la de 2011, está previsto que se celebre en Francia.
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