Lisboa.- Los partidos portugueses empiezan a barajar futuras alianzas de Gobierno tras entrar en la última semana de campaña sin un claro favorito en los sondeos sobre las elecciones legislativas del domingo.
Las encuestas divulgadas a lo largo de los primeros siete días de campaña difieren en los porcentajes que atribuyen a los dos mayores partidos lusos, el Socialista (PS, en el poder) y el Social Demócrata (PSD), pero todos confirman la falta de una ventaja suficiente para formar gobierno sin apoyo de otras fuerzas.
El tema de las posibles alianzas había sido hasta ahora tabú en la campaña y ningún partido quería poner claramente sobre la mesa su disposición a apoyar o ser apoyado por otro.
Pero en las últimas horas, la posibilidad de las alianzas se convirtió en el tema político de fondo, con reacciones de varios líderes a los comentarios del ex presidente y dirigente socialista Mario Soares sobre la dificultad de que su partido renueve la actual mayoría absoluta.
Al mismo tiempo que en los mítines socialistas bajaba el tono de las críticas a la oposición de izquierda y arreciaban los ataques a la conservadora dirigente del PSD, Manuela Ferreira Leite, Soares abrió la veda sobre hipotéticas alianzas, al señalar que un entendimiento con el Bloque de Izquierda (BI) "no le repugna nada".
El Bloque se perfila en los sondeos como la tercera fuerza política del país, con cerca de un 10 por ciento de intenciones de voto, y desplaza en ese papel a la alianza de comunistas y verdes de la Coalición Democrática Unitaria (CDU) que ahora desciende a un 8 por ciento de apoyo y queda a la altura de los democristianos del Centro Democrático Social-Partido Popular (CDS-PP), los más conservadores.
Las encuestas y los comentaristas ponen en duda que el primer ministro socialista, José Sócrates, con menos del 35 por ciento de intención de voto, o Ferreira Leite, que no llega al 32 por ciento, puedan evitar negociar el respaldo de otras fuerzas.
Entre las reacciones sobre posibles acuerdos para formar Gobierno, el secretario general del Partido Comunista luso y líder de la CDU, Jerónimo de Sousa, consideró hoy el asunto prematuro aunque no lo descartó en el futuro, siempre que haya "cambios políticos" y un auténtico "gobierno de izquierda".
A su vez, el líder del Bloque, Francisco Louçá, comparó hoy el comentario de Soares sobre un entendimiento con su partido con una desagradable invitación a "salir a bailar" con el PS.
Pero aunque reiteró su apuesta por "vencer al Gobierno absoluto" de Sócrates, en los últimos actos de su partido se ha notado un aumento de los ataques del Bloque a la "derecha" del PSD que han restado protagonismo a sus habituales varapalos contra los socialistas.
En el PSD se alerta ya sobre la posibilidad de una alianza de la izquierda y su vicepresidente, José Pedro Aguiar-Branco, consideró hoy "irresponsable" que el PS "quiera colocar los destinos del país en las manos del Bloque".
También el eurodiputado socialdemócrata Paulo Rangel, que ganó las elecciones europeas de junio pasado a los socialistas, pidió que el Gobierno aclare si va a hacer acuerdos con el Bloque y sacó a relucir al líder del ala izquierda del socialismo, Manuel Alegre.
Este ex candidato presidencial y diputado socialista, que encabezó la oposición interna a Sócrates, acabó la semana pasada por intervenir en los mítines de apoyo al Gobierno, pese a que había anunciado su alejamiento de la política electoral tras votar en contra de varias polémicas leyes, como el Código de Trabajo.
Louçá, en un acto del Bloque, hizo hoy varios elogios a Alegre y las fuerzas de la oposición conservadora no dejaron de ver en ello una posible vía de entendimiento político con los socialistas.
Precisamente desde ese extremo, el CDS-PP de Paulo Portas, que ya había dado a entender que podría sumarse a un Gobierno de los socialdemócratas, concentró hoy sus frases más gruesas en el Bloque de Izquierda.
De estar en el poder, vaticinó Portas alarmado, sacaría a Portugal de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y el Tratado europeo de Lisboa, nacionalizaría la economía y rompería el acuerdo con EEUU sobre la base de las Azores.
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