Del cerdo se aprovecha todo. Su carne sirve para innumerables alimentos, su piel para cuero de diversos artículos, su grasa para jabón... Pero lo que no todo el mundo conoce son las distintas utilidades del cerdo en medicina. ¿Quieres saber cuáles son?
La Gripe A (anteriormente anunciada como gripe porcina) ha dado muy mala fama a los cerdos, caracterizados últimamente como peligrosos portadores del virus que pone en peligro al ser humano. Sin embargo, que el cerdo sea un transmisor de enfermedades hacia el hombre no es nada nuevo. Desde que se domesticó a este gorrino animal para su uso y disfrute, el ser humano ha sufrido múltiples enfermedades procedentes de éste: varias cepas de gripe, triquinosis, hidatidosis, brucelosis... Pese a todo, gracias a los estrictos controles veterinarios, estas transmisiones del cerdo al humano son cada vez más raras.
Aún así, no debemos ser injustos con el cochino y echarle sólo la culpa de las enfermedades que pueda causar. Y con ello no me refiero sólo a recordar los suculentos jamones, los tiernos lomos, los sabrosos embutidos y diversa parafernalia cárnica que de él consumimos (gracias a todo lo anterior, muchas personas están encantadas hasta con los andares de este animal). Me estoy refiriendo a recordar el papel, tan importante como desconocido, que tiene el cerdo en la medicina. Y es que, aunque no lo parezca, también salva vidas.
Hoy en día, podría parecer inconcebible que hace menos de 30 años no existía la insulina humana sintetizada artificialmente, la que ahora se suministra prácticamente por todo el mundo gracias a la existencia de bacterias modificadas genéticamente para producirla (recordemos, los transgénicos también salvan vidas). Antes de los años 80, cuando los diabéticos no podían acceder a la insulina humana, tenían que recurrir a la insulina producida en los páncreas de otros animales tales como el cerdo o la vaca.
Por aquel entonces, la insulina del cerdo era la candidata ideal para el ser humano. Prácticamente idéntica a la insulina humana (sólo se diferencian en un único aminoácido) fue esta razón la que llevó a que se comercializara por todo el mundo. Los efectos eran análogos a la insulina del ser humano. Y, así, muchos diabéticos pudieron mantenerse con vida con este sustituto porcino.
A pesar del éxito de la insulina de cerdo, tenía un gran inconveniente y es que, a la larga, muchos diabéticos terminaban desarrollando una reacción inmune contra ella al considerarla una sustancia extraña. Por eso, cuando se consiguió sintetizar insulina humana a través de bacterias, no pasó mucho tiempo hasta que esta última la sustituyera por completo. Era mucho más segura y más barata de producir.
La heparina es una molécula natural presente en múltiples animales (incluido el ser humano). Se utiliza como fármaco anticoagulante por todo el mundo, especialmente para prevenir la aparición de trombosis. Las dos fuentes de obtención mayoritarias son dos: el pulmón bovino y el intestino gorrino.
Casualmente, la cantidad de heparina presente en la mucosa intestinal del cerdo es relativamente elevada comparada con otros animales, por lo que ahora mismo es el principal abastecedor de los tratamientos con heparina de todo el mundo. Quién iba a decir, antes del descubrimiento de la heparina, que lo que se encontraba en el intestino del cerdo, terminaría aplicándose en la sangre del humano.
No sólo los intestinos de cerdo sirven para hacer una buena ristra de morcillas o chorizos. Su uso, además de un fin gastronómico, tenía uno médico especialmente llamativo. Antes de que los hilos sintéticos absorbibles para suturas fueran mejorando y haciéndose más populares (como el ácido poliglicólico) , el hilo de sutura procedente del intestino de cerdo o de la vaca se utilizaban bastante a menudo. Tenían la ventaja de reabsorberse y desaparecer con el tiempo, sin embargo, al proceder de especies distintas podían dar problemas por reacción inmune y no ofrecían tanta resistencia como otros materiales de sutura. En la actualidad, su uso es anecdótico y está prohibido en algunos países.
Cuando alguna de las válvulas del corazón tiene un problema grave (ya sea porque no se abre o no se cierra bien) existen dos alternativas: colocar quirúrgicamente una prótesis valvular cardíaca artificial o una biológica. Cada una tiene sus ventajas y desventajas y hay que sopesarlas para cada paciente.
Las válvulas cardíacas biológicas que se utilizan proceden de las válvulas cardíacas de los cerdos debido, en gran parte, a la gran similitud de su corazón con el del hombre. Las posibilidades de rechazo se minimizan al tratar el tejido con diversas sustancias químicas y, así, pueden permanecer mucho tiempo en el cuerpo humano.
Debes saber que, además de los ejemplos anteriores, los distintos tejidos del cerdo también se utilizan para:
Y un largo etcétera de utilidades que puedes leer en: 'Propiedades farmacéuticas del cerdo'. El próximo desafío en este campo es la producción de cerdos transgénicos con genes humanos para garantizar la máxima compatibilidad de tejidos y permitir que, algún día, un trasplante de corazón u otro órgano de un cerdo a un humano salga fuera del ámbito experimental y permita sobrevivir a aquellos con un órgano dañado y sin un donante humano que llegue a tiempo.
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