Madrid.- Jesús García Sánchez o Chus Visor, el editor español de Mario Benedetti (1920-2009), recuerda emocionado al que fue su "hermano" uruguayo durante más de treinta años, al poeta con el que reconoce que no era necesario firmar contratos de edición.
Chus Visor, conocido así en el mundo editorial de Iberoamérica por la librería madrileña Visor, que fundó hace casi medio siglo, recibe hoy en la ciudad española de Santander (norte) el primer premio "La Trastienda", concedido por la Fundación Instituto Cultura del Sur.
Esta entidad justifica su premio al editor por su compromiso "con la palabra y la poesía", por ser "maestro del talento y de la creatividad" y por su larga trayectoria "de vocación creadora y editorial".
García Sánchez ha sido durante años el editor de innumerables autores de España y de Latinoamérica, entre ellos el argentino Juan Gelman, la nicaragüense Gioconda Belli o Benedetti.
"Porque en España nadie editaba poesía; no había libros y yo decidí hacerlos", dijo Chus Visor, en una conversación telefónica, al rememorar los comienzos de su carrera, a lo largo de la cual ha editado unos 750 libros, entre ellos los de dos centenares de autores latinoamericanos.
También fue García Sánchez el primer librero que colocó en los escaparates y anaqueles de Visor la novela "Cien años de soledad", del colombiano Gabriel García Márquez, un autor del que dice que él no descubrió pero que sí puso a disposición en España sus obras porque en ninguna parte se encontraban.
"Siempre me ha interesado la literatura hispanoamericana, desde México hasta Argentina, y por eso estoy al tanto, suscrito a varias revistas y en contacto permanente con muchos de los autores a quienes edito", afirma García Sánchez.
De los poetas latinoamericanos dice que ya no se diferencian literariamente de los españoles: "Eso era antes; ahora los poetas viajan mucho, acuden a muchos congresos...".
Él cree que antes era distinto: "La poesía de Hispanoamérica tenía el verso más largo, había más palabrería y era menos concentrada; eso no es mejor ni peor, es que era distinta", precisa, y recuerda la influencia que ejercieron sobre tantos autores el chileno Pablo Neruda o el peruano César Vallejo.
De entre los novelistas, el editor menciona "gente de categoría" como Mario Vargas Llosa, García Márquez, Jorge Luis Borges, Julio Cortazar o Juan Rulfo, y sostiene que "ha habido diez o quince años en los que no ha habido gente" igual, reconociendo sí que "hay muy buenos autores" en las nuevas generaciones.
Al libro electrónico no le tiene ningún temor. "No creo que sea un peligro para el libro de papel", dice García Sánchez, convencido de que es difícil que a los lectores que hoy tienen más de veinte años "se les quite el placer de tocar el libro, de pasar la página...".
Y es más rotundo con "los de cincuenta para arriba; eso sí que no", afirma el editor. "Al que lleva medio siglo leyendo libros no le vas a poner a leer ahora en un aparatico".
El librero, jurado de múltiples concursos y co-fundador de la revista iberoamericana de poesía "La estafeta del viento", le gusta recibir el premio "La Trastienda" pero le avergüenza -dice- al saber "que perfectamente se lo podían dar a otro".
"Reconozco que he hecho una labor de la que estoy contento y orgulloso, pero no soy el amo del mundo. No soy el mejor", comenta Chus Visor a quien le gustaría que la cifra de libros por él editados llegara "a mil".
Ante la insistencia para que recuerde alguna anécdota literaria de Benedetti, el poeta que murió en Montevideo el 17 de mayo pasado, el editor replica: "No me gusta hablar de Mario, siendo tan reciente su muerte, porque me produce mucha tristeza".
Sólo apunta que hablaban cada tres o cuatro días por teléfono y que se veían los viernes en Madrid, donde el poeta uruguayo vivió hasta 2006, cuando regresó a Montevideo.
Y también cuenta que al poeta no le gustaba conceder entrevistas pero que se dejó persuadir por él varias veces para que recibiera a una periodista de la Agencia Efe en Madrid.
"En las últimas conversaciones, que ya no fueron literarias ni de ningún tipo, cuando estaba ya muy enfermo, no podía apenas hablar; fui a verle y se puso a llorar cuando me vio", recuerda emocionado al explicar que unos diez días después de esa cita murió su amigo.
"Era mi amigo íntimo, mi hermano", añade Chus Visor, quien aclara "sus libros los editamos siempre sin hacer contrato".
Por Javier Nieto-Remolina
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