Desde hace tiempo es conocido que la práctica del ejercicio físico incrementa la liberación de testosterona. Se ha demostrado que las personas mayores de 40 años que practican algún deporte ven más activo su deseo sexual al mantener sus niveles más elevados. Y es que esta hormona facilita el deseo sexual de hombres y mujeres y su producción decae a partir de la década de los cuarenta.
Haz deporte que es muy sano, es una consigna que se nos ha venido repitiendo desde hace años. Ahora bien, con sentido común, como todo en esta vida, que tanto el exceso como la inactividad nos perjudican. También sexualmente, ¡cómo no! Y es que al fin y a la postre, todas las actividades humanas están interrelacionadas. El comer en sí mismo supone un ejercicio; no digamos el sexo. Y es que la salud, como la felicidad, es la resultante de esa combinación de actividades inteligentemente adaptadas a las circunstancias del periodo vital en el que nos encontramos.
Se intuía que si no se podía hacer otro ejercicio, el sexo podía ser en sí mismo una forma de mantenimiento y finalmente quedó demostrado y publicado en el 2000, en las recomendaciones del Princeton Consensus Panel, cuando gracias al impulso investigador que Viagra suscitó, se puso en evidencia que en el caso de los varones, el coito en un contexto de pareja libre de tensiones añadidas (temperaturas extremas, ansiedad, miedo...) requiere unos gastos energéticos que equivalen a los necesarios para andar un kilómetro en 15 minutos y subir después a un segundo piso por la escalera. Es decir, estamos hablando de que un coito consume entre 150 y 300 calorías, gasto susceptible de reponerse con algo así como tomarse un vaso de leche y alguna galleta.
Asumir mayoritariamente que la práctica del sexo no perjudica para la competición deportiva ha costado más. La confusión de esfuerzo y sacrificio con abstinencia sexual, goza de tanta tradición en nuestra cultura que el debate se ha venido prolongando, refractario a las múltiples evidencias acumuladas durante años. Es más, lo que sí se ha puesto en evidencia es que las clásicas concentraciones deportivas precompetición, con la abstinencia sexual como regla, incluso empeoran los resultados al generar tensión, cuando no franca ansiedad, entre los concentrados.
Y es que para los deportistas, las 150 o 300 calorías del coito son mera calderilla energética, en tanto que atender a su salud sexual les supone un chute para su autoestima y motivación de logro hacia el éxito deportivo. Casos de numerosos deportistas que a posteriori han revelado que mantenían relaciones sexuales previas a competiciones deportivas se han venido repitiendo: Pele, Cassius Clay e incluso equipos completos, como la selección holandesa de fútbol que viajando con sus esposas a disputar el mundial de Argentina quedaron subcampeones.
Los resultados de diferentes investigaciones avalan los beneficios que el ejercicio físico puede proporcionar. En el caso de los varones, la actividad física previene la disfunción eréctil y la enfermedad cardiovascular. En el año 2000, la investigación realizada en la Universidad de Boston con 600 varones, puso de manifiesto que quienes practican ejercicio físico quemando un mínimo de 200 calorías al día, tienen menos probabilidades de sufrir disfunción eréctil en el futuro que los sedentarios.
En el caso de las mujeres, investigadores de Harvard, en 2002, a partir de cuestionarios realizados a cerca de 74.000 mujeres de 50 a 79 años de edad, concluyeron que caminar habitualmente a paso rápido reduce el riesgo cardiovascular en un 30%. Otras investigaciones han puesto de manifiesto que el ejercicio les reduce la inflamación de los vasos sanguíneos, disminuye el riesgo de ictus, prolonga la supervivencia y prolonga la vida de mujeres posmenopáusicas. En concreto, también se ha evidenciado que un paseo diario rápido puede suavizar los síntomas psicológicos de la menopausia como la ansiedad, el estrés o la depresión, como pusieron de manifiesto, en 2007, investigadores de la Universidad de Temple, Filadelfia.
Ahora que la mayoría volvemos de disfrutar nuestro veraneo y nos encontramos a punto de enfrentar la rentrée en el trabajo cotidiano, sirvan como estrategias: sexo y ejercicio físico. Ambos han demostrado su potencial valor antidepresivo y prosalud.
¿Realizas algún ejercicio físico con regularidad? ¿Has percibido mejor salud —también sexual— cuando practicas ejercicio físico con regularidad? ¿El ejercicio modifica tu disposición hacia el sexo?
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