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Autobús 27 de Madrid: la línea del millón de viajeros al mes

  • El 27 recorre el Paseo de la Castellana y pasa por monumentos como Colón y la Cibeles
  • Recorre 15,8 kilómetros ida y vuelta y tarda aproximadamente unos 60 minutos en total
Por ALMUDENA MARTÍN (SOITU.ES)
Actualizado 06-10-2009 14:12 CET

Bajo el perfil de las madrileñas Torres Kio aparece el 27, el autobús que circula desde Plaza Castilla hasta Embajadores. En la marquesina, gran cantidad de gente hace cola para subir a esta línea que presume de transportar el millón de viajeros al mes. Subo al autobús tras un trabajador vestido de traje y corbata y un par de turistas despistados. El billete me cuesta un euro y consigo sentarme junto a la ventana para disfrutar de las vistas de la ciudad. Y es que la 27 nos acerca a los lugares más emblemáticos de Madrid.

Lo primero que llama la atención de esta línea es la cantidad de viajeros que la utilizan. Según datos de la Empresa Municipal de Transporte de Madrid (EMT), una media de 22 autobuses al día transportaron en el mes de marzo a 957.034 personas. De ahí que se la conozca como "la línea del millón de viajeros" al mes, una de las que más gente mueve en España. Un dato para comparar: las líneas de autobús más utilizadas en Valencia son la 89 y 90 con 600.000 pasajeros al mes cada una.

Como cuenta Bernardo Álvaro, que fue conductor de esta línea entre los años 1981 y 1984, "hoy en hora punta, cada autobús articulado puede llevar hasta 140 personas. Los viajeros son muy variopintos: me he encontrado en varias ocasiones a gente famosa cogiendo el autobús, como a los actores José Luis López Vázquez o José Sazatornil. Sin embargo, añade este cántabro de Suances que llegó a Madrid hace más de 30 años, "el viajero 'cautivo' como nosotros lo llamamos (el de todos los días) es el oficinista con mucha prisa que se sube en Cuzco y se baja en Nuevos Ministerios; los turistas son más esporádicos y aparecen sobre todo los fines de semana para visitar lugares como las torres de la antigua Ciudad Deportiva o la 'milla de oro' del arte (el Paseo del Prado). ¡Incluso en más de una ocasión he tenido que hacer de guía!".

Y es que su recorrido no sólo es útil para el madrileño que va a trabajar cada día, sino que también resulta muy atractivo para el turista que visita por primera vez la ciudad. Desde mi ventana observo cómo atravesamos todo el Paseo de la Castellana, dejando a un lado el centro de negocios de AZCA para después parar en Nuevos Ministerios, frente al metro y la estación de Renfe. Este es uno de los puntos donde más gente se sube y baja del autobús, sobre todo trabajadores. El autobús vuelve a arrancar para dirigirse a la Plaza de Colón y después proseguir por el Paseo Recoletos hasta detenerse frente a la Diosa de la Madre Tierra, la Cibeles, con el Palacio de Linares de fondo. El autobús continúa por el Paseo del Prado hasta la misma estación de tren de Atocha para poco después poner fin a su recorrido en la Glorieta de Embajadores. Y para no confundirnos durante el viaje, desde los altavoces del vehículo, una voz indica cuál es la siguiente parada y sus conexiones, además de recordar la hora. En total, el 27 recorre 15,8 kilómetros ida y vuelta y tarda aproximadamente unos 60 minutos en total. La ventaja: utiliza el carril bus de Castellana para evitar, siempre que puede, los habituales atascos de la ciudad.

Según Bernardo, esta línea ha conservado casi intacto su recorrido original desde que su inauguración el 15 de agosto de 1959. "Recuerdo que hace 20 años, cuando desapareció el scalextric de Atocha tuvimos que cambiar un poco el recorrido", asegura este trabajador de la EMT que hoy es jefe de estación. "La verdad es que el scalextric era algo que nos venía muy bien a los conductores de la 27 cuando había retrasos, porque podíamos atajar quitando recorrido, lo que nosotros llamamos 'hacer la larga'", explica.

El último autobús con cobrador

La línea 27 también fue importante porque fue testigo de la desaparición de la figura del cobrador, una profesión entrañable que nació en 1947, al mismo tiempo que se creó la EMT. "Yo viví ese día, fue en diciembre de 1982", recuerda Bernardo. "La 27 fue la última que conservó la función del cobrador junto con la del conductor. Los autobuses eran las orugas azules (similares a los articulados que hay ahora), sólo que entonces tenían tres puertas, y el viajero subía por la trasera donde pagaba el billete y bajaba por la del medio o por la puerta delantera (justo a la inversa que hoy día). Ahora es el conductor el que controla el pasaje". Para este cántabro, "estos señores ayudaban mucho al conductor y sabían manejar al viajero; existía una plataforma en la parte trasera donde los pasajeros se subían e iban pagando mientras el autobús se ponía en marcha. Cuando comenzó a funcionar el sistema de 'Agente Único', desapareció la figura del cobrador y estas personas pasaron a desempeñar otras funciones dentro de la EMT. Hoy la mayoría están jubilados".

Treinta minutos después de coger el 27 en Plaza Castilla, me bajo en la Glorieta de Embajadores, nuestro destino y última parada del recorrido. El autobús reinicia sin entretenerse el camino de vuelta para recoger a los siguientes pasajeros que esperan su llegada en las marquesinas.

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