Trinidad Jiménez atacada por el virus de la sobreexposición

¿Cree que se está creando alarma y angustia social exagerada en torno a la Gripe A? Mañana la ministra de Sanidad tendrá que contestar en el Congreso a esta pregunta. Trinidad Jiménez ha aprovechado la sequía informativa estival para saturar los medios con su presencia, una pulsión que está comenzando a volverse en su contra. Tanto sus compañeros del Gobierno y del partido como la opinión pública desconfían después de que la Organización Médica Colegial abriera la veda avisando del peligro de sembrar un temor excesivo.

"Trinidad ha tenido una actuación modélica. En una época de desgaste del Gobierno por la crisis, cualquier aspecto positivo es bueno. Ella es muy mediática y controla el discurso, sabe aprovechar los periodos valle y lanzar mensajes directos al titular. Sin embargo, está sobreexpuesta. Y eso le está generando tensiones, tanto internas como con los ciudadanos. Sus compañeros de Gobierno son conscientes de que les está eclipsando y entre la gente se está instalando cierta desconfianza. Piensan que no hace nada más que dar ruedas de prensa". Así ve la jugada uno de los expertos en comunicación socialista más relevante. La oposición también está afilando los cuchillos. Los halagos de Sáenz de Santamaría o Esperanza Aguirre, entre otros, forman parte del pasado. El subidón de popularidad ha provocado que los rivales intenten ponerla contra las cuerdas. El miércoles, Convergencia i Unió, aprovechando que Zapatero acude al Congreso para explicar la marcha de la crisis, quiere que la ministra aclare si se está pasando o no.

Si el barómetro del CIS, en el que los entrevistados ponen nota a los políticos, no descansase en agosto, nadie duda de que Jiménez superaría al resto del Ejecutivo. No obstante, la frenética actividad que ha desarrollado cara a la galería desde que se encontró con la sorpresa del mutante virus porcino dará sus frutos en el barómetro de septiembre. El veterano socialista Luis Solana le dedicaba un post en su blog, titulado 'Trinidad Jiménez, la revelación': "En estos momentos políticos, ser mujer es positivo; ser colega de Zapatero es positivo; saber entender las Autonomías es positivo; conectar con la ciudadanía en momentos de inquietud es positivo. Todos estos requisitos los cumple la ministra Trinidad Jiménez. Aviso: hoy la ministra con más recorrido político se llama Trinidad Jiménez".

Entre sus colegas, con los que comparte reunión del Consejo los viernes, la competitividad crece día a día. Por lo pronto, es uno de los pocos a los que el jefe no ha desautorizado públicamente en las últimas semanas. Elena Salgado, Celestino Corbacho e incluso José Blanco saben por experiencia lo humillante que resulta que Zapatero corrija sus palabras. Blanco en concreto ya tuvo que aguantar que Trinidad Jiménez pasase a la posteridad como el miembro de Nueva Vía —corriente reformadora dentro del PSOE que obró el triunfo de Zapatero en el XXXV Congreso del partido en el año 2000— que había logrado el apoyo de Felipe González para el proyecto, y ve cómo le vuelve a pasar por encima justo cuando se había convertido en el hombre de confianza del presidente en este último Gobierno. "Hay que reconocer que hasta ahora lo ha hecho bien para haber aterrizado de sopetón, porque ella pensaba que no había nada después de la Secretaría de Estado para Iberoamérica. Ha sabido transmitir que el ministro de Sanidad no tiene por qué saber pero sí debe gestionar la política sanitaria y los medios de comunicación. Le pierde que se muere por la foto y por salir en el telediario. Se le puede estar yendo la mano en la medida en que está queriendo protagonizar mucho la gripe A, pero cuando empiecen los problemas esa actitud le va a pasar factura", reflexiona un diputado socialista muy próximo a la ministra.

La mayor virtud de Trini es también su gran defecto. Cualquiera que haya trabajado a su lado elogia su capacidad para conciliar posturas, evitando la confrontación. Sin embargo, ese buenrollismo innato no conoce límites, lo que provoca en sus colaboradores más cercanos el miedo a que, en ocasiones, el exceso acabe produciendo el efecto contrario. "No tiene un conocimiento muy profundo pero es buena gente. No entra a la provocación y es un hacha disolviendo los conflictos, genera buen rollo. Con Leire Pajín, sucedía todo lo contrario. En su presencia no te relajabas nunca porque crea un campo de tensión permanente a su alrededor, pero con Trini te encuentras cómodo y relajado. En la crisis de Bolivia, por ejemplo, lo hizo muy bien, y en el incidente entre Chávez y el Rey, también. Es superpolítica en el buen y en el mal sentido de la palabra. A veces, peca de superficial pero es ideal para desatascar temas", explica un diplomático con el que colaboró estrechamente en Exteriores.

Con el tiempo, ha ganado en madurez personal y política lo suficiente como para tomar distancia de Zapatero. Al contrario de lo que se ha pretendido vender, Trini no consideró su candidatura a la Alcaldía de Madrid como un premio sino como un regalo envenenado. Lo que podía haber supuesto su muerte política acabó impulsándola gracias a su habilidad para seducir a la prensa. Quienes se patearon Madrid junto a ella mientras pugnaba con Ruiz-Gallardón por el consistorio, cayeron rendidos ante su poderío mediático. Con el H1N1 ha vuelto a poner en acción toda su artillería pesada. "Tiene un trato muy próximo, un aspecto amable, nunca pierde la sonrisa y además se crece ante las cámaras. Sólo le falta encontrar el punto de equilibrio para no sobredimensionar el problema de la manera en la que lo está haciendo"