Washington.- La muerte de Edward Kennedy abre una incógnita sobre la estrategia que deben usar el presidente de EE.UU., Barack Obama, y sus aliados en el Congreso para lograr en 2009 la reforma de salud, que fue la "causa de vida" del senador demócrata durante más de cuatro décadas.
El patriarca de los Kennedy (1932-2009) fue sepultado anoche en Washington y, además de ensalzar su legado y figura, en Internet y los programas televisivos la pregunta hoy en boca de todos es quién cerrará el abismo ideológico entre progresistas y conservadores en torno a un proyecto consensuado.
Ya en el ocaso de una larga y rica trayectoria legislativa de casi medio siglo debido a un cáncer cerebral, Kennedy estuvo ausente del debate sobre cómo reformar un sistema que priva de seguro médico a poco más de 47 millones de estadounidenses.
Esa reforma fue una promesa electoral de Barack Obama, pero, pese a que controlan el Congreso y la Casa Blanca, los demócratas caminan sobre campo minado para lograrla.
Tanto demócratas como republicanos coinciden en que el liderazgo y la capacidad de Kennedy de forjar alianzas con rivales y pactar consensos harán falta en este enconado debate.
En un programa de la cadena CNN, dos grandes amigos de Kennedy, los senadores Christopher Dodd, demócrata por Connecticut, y Orrin Hatch, republicano por Utah, expresaron optimismo de que el Congreso podrá llegar a un acuerdo.
Pero, según Hatch, los conservadores jamás aceptarán un plan que contenga la "opción pública", es decir, que el Gobierno pueda competir con las aseguradoras privadas.
En el mismo programa, la senadora demócrata Maria Cantwell sentenció que "no hacer nada tampoco es opción" y que el país debe reducir los exorbitantes costos de salud.
Estados Unidos gasta más que cualquier otro país industrializado en la salud -el 16 por ciento de su Producto Interno Bruto- pero se sitúa en el puesto número 37, de un total de 191 países, en los indicadores de salud, según la Organización Mundial de la Salud.
En 2008, EE.UU. gastó 2,4 billones de dólares en cuidados de salud y se calcula que para 2017 el monto subirá a 4,3 billones. Sin embargo, millones tienen cobertura precaria y el 18 por ciento de los estadounidenses no puede costear las medicinas o dar a sus familias el cuidado de salud que necesitan.
T.R. Reid, autor de un libro sobre el tema, señala como ejemplo que Japón gasta anualmente unos 3.400 dólares per cápita en salud, en comparación con los más de 7.000 dólares que gasta Estados Unidos. Sin embargo, Japón tiene mejor calidad de servicios y mejores indicadores de salud que este país.
Para muchos, la muerte de Kennedy se ha convertido en "un grito de guerra" para lograr la cobertura médica universal.
"El pensó que con la elección de Barack Obama este país estaba a punto de ver tantos de sus sueños realizados... y pienso que quizá su muerte insuflará vigor" a esa causa, dijo Maria Shriver, sobrina de Kennedy y esposa del gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, en entrevista con la cadena NBC.
Para los conservadores, que incluye a los demócratas "Blue Dog" (conservadores en temas fiscales), la "opción pública" huele a "socialismo" y sólo agravará el abultado déficit.
"Si el Congreso y la Administración arruinan esto, cada uno de nosotros pagará los errores, y también las próximas generaciones", advirtió el senador republicano Mike Enzi en un discurso radiofónico el sábado.
Con la muerte de Kennedy, Obama no sólo ha perdido a un amigo y aliado, sino también a un líder que, según analistas, hubiese podido destrabar las negociaciones.
"No hay candidatos que reemplacen a Kennedy como el forjador de consenso... asistimos a un tiempo en el que en el Senado la norma ahora es torpedear cualquier proyecto, y se me hace difícil ver que surja un nuevo líder de su talla", dijo a Efe Dean Baker, codirector del Centro para la Investigación Económica y Política en Washington.
"Obama tiene que hablar con claridad sobre lo que la gente obtendrá de su propuesta de reforma, algo que ahora mismo nadie sabe en parte porque no hay un texto final... la gente que apoya la reforma necesita una razón concreta", señaló hoy Baker, quien duda que los demócratas consigan apoyo bipartidista.
Kennedy siempre dijo que la salud "es un derecho y no un privilegio", y dedicó sus 47 años en el Senado a esa causa.
Por ello, la secretaria de Salud de EE.UU., Kathleen Sebelius, cree que el mejor tributo a Kennedy sería aprobar la reforma y ha aconsejado a los legisladores que, como guía, se pregunten "qué haría Teddy" para lograr un consenso.
Es una pregunta que, sin duda, estará presente cuando el Senado reanude el debate el próximo 8 de septiembre.
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