Atenas.- Los atenienses miran con los ojos como platos los montes pelados surgidos del fuego cerca de la capital, en los que han aparecido como champiñones, entre la vegetación calcinada, innumerables mansiones construidas de forma ilegal al amparo de la impunidad.
Los impresionantes montes Pendelis, Imitos y Parnisa rodean Atenas ofreciendo grandes vistas, un entorno natural paradisíaco y mucha tranquilidad a pocos minutos del centro de la caótica capital griega.
Una casa allí es una tentación a la que muchos vecinos acaudalados no se han podido resistir, aunque fuese al coste de violar las normativas de urbanismo.
"En los últimos años no hubo prácticamente ninguna demolición de viviendas ilegales en Grecia, y si se construye en zonas boscosas, las multas, además de bajas, no se cobran por problemas legales", explicó a Efe Panagiotis Jasiatis, experto legal del Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF).
Jasiatis pasa revista con cierta desolación a un complicado sistema jurídico con "zonas oscuras" que permite construir de forma ilegal porque simplemente es más fácil que perder tiempo y energías recorriendo oficinas a la búsqueda de un permiso que puede no llegar nunca.
El problema, además de la corrupción y la impunidad, es la multiplicidad de instituciones que se encargan de los mismos asuntos, lo que al final supone una maraña burocrática indescifrable.
"Créame, gran parte de mi tiempo lo dedico a tratar de descubrir qué organismo es el encargado de qué cosa", resumió con resignación sobre lo que definió como "una situación que conduce al desastre".
"La leyes griegas son tan complicadas que, en la práctica, lo que ocurre es que resulta casi imposible demoler una vivienda", explicó a Efe otro alto cargo de una ONG internacional que lucha contra la corrupción y que solicitó no ser identificado.
Ante la falta de medidas ejemplarizantes y las sucesivas recalificaciones que legalizaban construcciones irregulares, muchos han optado por enladrillar y después esperar a que el Estado acepte la situación, como ha venido haciendo hasta ahora.
Esto, claro, ha ayudado a la descoordinación de los esfuerzos de extinción, porque los bomberos tenían que acudir a sofocar incendios a lugares en los que entre los mapas que les guiaban y la realidad sobre el terreno había mucho cemento de por medio.
Los datos oficiales estiman que hay unas 15.000 viviendas ilegales dentro de las zonas arrasadas por el fuego, unos 300 kilómetros cuadrados, que no podrán acogerse a las ayudas que ofrece el Estado por incumplir la legalidad.
El propio ministro de Medio Ambiente, Urbanismo y Obras Públicas, George Suflias, encargado de anunciar las ayudas a los damnificados, edificó parte de su vivienda cerca de Atenas sin los requisitos legales necesarios.
El nombre de la cartera, con esa paradójica mezcolanza de Medio Ambiente, Urbanismo y Obras Públicas, ha sido criticado por la oposición de izquierda y Los Verdes, que exigen la creación de un ministerio que vele en exclusiva por los vapuleados espacios naturales griegos.
De las laderas de Pendeli, uno de los pulmones verdes de Atenas, se extrajo el mármol para la Acrópolis, y separa la capital de la llanura de Maratón, otra bella zona, calcinada hasta la tierra, llena de historia y casas ilegales.
Ante el saqueo, no ya de mármol, como antes, sino del entorno natural de la montaña, muchos griegos parecen compartir la idea de que la Justicia es mucho más comprensiva con aquellos que tienen dinero para pagarse un buen abogado que defienda su propiedad.
"Si me hiciera una casa allí me la tirarían enseguida, pero en Pendelis saben que hay personas poderosas y prefieren no mover mucho el asunto", se quejaba Demetrios, un vecino de Atenas.
La presión pública parece, sin embargo, estar cambiando las cosas, al menos en los casos de las montañas cercanas a Atenas.
El diputado conservado Kiriakos Mitsotakis, responsable de la comisión parlamentaria sobre Medio Ambiente, ha propuesto que Imitos y Pendelis sean parques nacionales, lo que aumentaría la protección legal.
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