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Sergi López prueba el amor como antídoto de la soledad de la mano de Coixet

EFE
Actualizado 25-08-2009 15:21 CET

Madrid.-  Sergi López es David, un enólogo español afincado en Japón, en "Mapa de los sonidos de Tokio", la nueva película de Isabel Coixet, en la que la cineasta muestra "al amor como antídoto contra la soledad" con "escenas de sexo muy complicadas" entre el actor y la actriz japonesa Rinko Kikuchi.

Ganador de un César del cine francés y del premio al mejor actor de los Premios del Cine Europeo en 2000 por "Harry, un amigo que os quiere", Sergi López estrena esta semana "Mapa de los sonidos de Tokio", una película en la que "todo el mundo está solo y está solo porque no está enamorado", explica en una entrevista con Efe.

En "Mapa de los sonidos de Tokio", Sergi López da vida a un español que tiene un negocio de vinos en la capital nipona. Es viudo y no deja de pensar en su mujer, pero en su vida se cruza Ryu (Rinko Kikuchi), una empleada de la lonja de pescado que de vez en cuando se dedica a asesinar por encargo y su nuevo encargo es David.

Para Sergi López, "Rinko ha sido el descubrimiento más grande, mucho más que Japón". "Nos teníamos que entender en inglés -comenta- y ella todavía lo habla peor que yo, por eso nos hemos entendido con los ojos y los gestos".

Rinko Kikuchi, candidata al Oscar en 2007 por "Babel", se ha convertido, gracias a "Mapa de los sonidos de Tokio", en una pionera entre las actrices japonesas en desnudarse ante las cámaras y a rodar escenas de sexo.

"Las escenas de sexo siempre son complicadas, pero con Rinko no, porque siempre te mira de verdad. Nunca te juzga y eso es una ayuda enorme", asegura Sergi López, a quien el papel de David le llegó directamente de las manos de Coixet.

"Tengo ganas de trabajar contigo, me dijo, y me dio el guión sin explicarme que el personaje de David lo había escrito para mí. Luego cuando lo leí, me di cuenta que tenía mucho que ver conmigo", asegura el actor, que prepara el regreso a los escenarios en el Teatro Nacional de Cataluña con "Non solum", un monólogo en catalán dirigido por Jorge Picó que estrenará en noviembre en Avilés en castellano.

A Sergi López, que debutó a principios de los años 90 de la mano del cineasta francés Manuel Poirier y con él conseguiría uno de sus mayores éxitos gracias a "La curva de la felicidad", el hecho de haber rodado en inglés y japonés le ha obligado a regresar a sus inicios.

"Como tengo mucho morro -afirma- el idioma nunca es un problema. El inglés me va saliendo, pero con el japonés he vuelto a mis orígenes en Francia, cuando comencé a rodar allí y me aprendía los textos fonéticamente sin saber lo que decía. Pero esto que puede parecer complicado, es bueno para los actores, porque te obliga a actuar".

Su carrera se ha desarrollado principalmente en Francia, sobre todo a partir de "Western", dirigida en 1997 por Poirier y por la que obtuvo el Premio del Jurado del Festival de Cannes, pero también ha trabajado a las órdenes de Guillermo del Toro en "El laberinto del fauno"; de Stephen Frears, en "Negocios ocultos"; de Javier Balaguer, en "Sólo mía"; de Miguel Albadalejo, en "El cielo abierto", además de Ventura Pons, Manuel Gómez Pereira o Jesús Franco, entre otros.

Con Coixet "ha sido muy interesante", reconoce. "No llega al rodaje con ideas preconcebidas sobre cómo hay que hacer una escena o lo que espera de ti. Le gusta trabajar en equipo y dejar al actor que haga su trabajo, y a mí es como me gusta trabajar. No sé hacerlo sin que me escuchen, porque me gusta meterme en todo".

"Mapa de los sonidos de Tokio", que está protagonizada también por los actores japoneses Min Tanaka, Manabu Oshio, Takeo Nakahara y Hideo Sakaki, no refleja, "como es habitual en el cine occidental hecho en Japón, la diferencia de la cultura nipona con occidente, sino que la deja en un segundo plano y aprovecha lo que nos une, dejando muy claro que el amor existe en todas partes y muchas veces causa dolor", destaca el actor.

Este catalán, que en diciembre cumplirá 44 años, tiene pendiente por estrenar en España "Ricky", la nueva de François Ozon, con la que pasó por la Berlinale. "Es una película de ficción, pero cargada de hiperrealidad, como es Ozon. Es extraña, rara, pero a mí es el cine que me gusta hacer", concluye.

Carlos del Amo

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