Zagreb.- Madonna debutó anoche en Belgrado ante un público reducido, pero entusiasmado, que a pesar de la crisis consideró justificado pagar los altos precios de las entradas del concierto.
Unos 35.000 admiradores serbios y de otros países de la región acudieron al espectáculo que la estrella "pop" ofreció anoche en el marco de su gira "Sticky and Sweet" en la que promueve su nuevo álbum "Hard Candy".
Comenzó con más de una hora de retraso, en una oscuridad total, y de repente, con un vídeo representando cómo se hacen dulces, a la escena saltaron los bailarines y Madonna en el trono, vitoreada por el público y prometiendo gran diversión a su estilo de reina del pop y brotando de energía.
La primera canción que entonó fue "Candy Shop", bajo las luces de los láseres y 400 diversos reflectores.
El concierto tuvo lugar en un escenario espectacular de 400 toneladas, con 8 gigantescas pantallas LED, instalado en la capital serbia cerca de la confluencia del río Sava en el Danubio, en cuyos alrededores podía desde lejos escucharse las ovaciones del público y divisar todo un festival de luces.
La instalación parecía repleta de un auditorio entusiasmado a pesar de que en realidad no fueron vendidas todas las entradas, ya que en total había 50.000 billetes disponibles por precios de entre 32 y 107 euros.
En los medios se especula con que el elevado coste de las entradas para el nivel de vida local y el hecho de que los admiradores de la diva del pop la vieron el año pasado en la vecina Montenegro, contribuyeron a la reducida venta de billetes.
Pero la mayoría de los que sí asistieron al concierto llegaron ya por la mañana para ocupar los mejores asientos.
En el "show" musical, con elementos de teatro y danza por varias decenas de artistas, el público quedó también encandilado por el DJ británico Paul Oakenfold, que trabajó en la producción de la famosa canción "Celebration".
Según Sagor Meskovic, portavoz de los organizadores del evento, las demandas técnicas planteadas por Madonna antes del concierto fueron las más complejas desde que en Serbia se organizan este tipo de espectáculos.
La estrella, de 51 años, insistió en que los bastidores, de 1.700 metros cuadrados y 58 habitaciones, fueran equipados con extraordinario lujo y con acomodación aún más especial para el caso de que llegaran sus hijos.
El concierto estuvo dividido en cuatro segmentos, cada uno de diferente identidad visual, titulados "Pimp", "Old school", "Gipsy" y "Rave".
Los medios serbios aseguran que después del concierto la reina del pop partió inmediatamente de Serbia, aunque anteriormente se había especulado conque iba a pernoctar en Belgrado.
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