El nuevo anuncio de Coca-Cola emplea un razonamiento trapacero para revestir a la marca de refrescos de mayores virtudes ecológicas de las que pueda tener y ocultar con ello un grave problema empresarial que afecta a su red de distribución.
Desde el punto de vista de la lógica, la falacia es un razonamiento no válido pero con apariencia de razonamiento correcto o, en otras palabras, la falacia sería un razonamiento erróneo que pretende ser convincente o persuasivo.
Esta definición resulta, en nuestra opinión, más acertada y neutra que la que proporciona la Real Academia de la Lengua sobre el mismo término y que afirma que falacia es, en una primera acepción, el "engaño, fraude o mentira con que se intenta dañar a alguien" y, en una segunda, el "hábito de emplear falsedades en daño ajeno".
Como les decíamos, quedémonos con la primera idea pues no es nuestra intención imputarle a nadie tan aviesas intenciones y, por otra parte, lo que les vamos a contar resulta curioso, tal vez roce la picardía, pero tampoco es para tanto.
Todo este asunto comienza un buen día de verano cuando asistimos, en uno de los muchos bloques publicitarios que pueblan la parrilla estival, al pase del nuevo spot de Coca-Cola. En él, una voz en nombre de la marca de refrescos aconseja a los consumidores que adquieran las bebidas en su lugar de residencia. La razón, afirma ese narrador, es que "cuanta menos distancia recorra una cocacola hasta llegar a tus manos, menos CO2 se emite a la atmósfera", y añade, "bebe Coca-Cola embotellada en tu zona. Lo sabrás mirando el envase", frase que se culmina con una imagen en la que se pueden leer los nombres de las diferentes plantas embotelladoras de España: Cobega, Casbega y Rendelsur.
"El oro brilla. Esta daga brilla. Por lo tanto, esta daga es de oro". Este razonamiento aunque aparentemente verdadero es un ejemplo claro de falacia. Un ejemplo que viene que ni pintado al caso que nos ocupa, si no fuera porque el intento de vendernos algo que no es por parte de Coca-Cola ha sido tan torpe, que le encajaría mejor eso de "Oro parece, plátano es".
Si echamos un vistazo a las páginas webs de las empresas distribuidoras y embotelladoras que se citan en el spot nos encontraremos con, por ejemplo, este párrafo:
COBEGA S.A. se constituyó como Concesionaria de Coca-Cola en 1951 y salió al mercado comercializando las primeras botellas en 1953. Con sede social en Barcelona, a lo largo de los años ha ampliado su marco de actuación, añadiendo al territorio inicial de Cataluña y Andorra, los de Aragón, Baleares y Canarias. Todos ellos operan hoy bajo el nombre de COBEGA S.A. Nuestra sociedad tiene la autorización para fabricar y comercializar en los territorios citados todos los productos que de común acuerdo se definen con la Compañía Coca-Cola División Ibérica.
Esta descripción de Cobega no difiere mucho de la de Casbega (Castellana de Bebidas Gaseosas) fundada en 1952 y suponemos que será la misma que define a Rendelsur (Refrescos Envasados del Sur, S.A.), aunque eso no se lo podemos asegurar, porque la web de dicha compañía no está pensada para informar a los consumidores finales sino para atender a los transportistas y a los propietarios de establecimientos en los que se vende Coca-Cola.
En resumen, tres empresas dedicadas a la distribución de esta bebida carbonatada, al menos dos de ellas fundadas en plenos años 50, una década en la que los automóviles consumían derivados del petróleo como descosidos, los atolones del pacífico eran pasto de las pruebas nucleares, los movimientos ecologistas apenas existían más allá de los colectivos vegetarianos o naturistas, y a las teorías de Gaia de James Lovelock aún les quedaban casi dos décadas para ser enunciadas.
Unos detalles que nos hacen pensar que la decisión de Coca-Cola de montar tres plantas envasadoras y distribuidoras de sus productos en España, no respondía precisamente a principios ecológicos, sino más bien a cuestiones económicas o, lo que es lo mismo, la preocupación de la compañía de refrescos no era disminuir las emisiones de CO2 en la atmósfera sino disminuir los gastos de distribución de sus productos. Otra cosa es que, medio siglo después, quiera subirse al carro del ecologismo y vender, echando mano de un razonamiento falaz y cogido con alfileres, una decisión puramente empresarial como una decisión responsable con el Medio Ambiente.
Además de este mensaje ecológico al que hemos hecho referencia, el nuevo spot de Coca-Cola también transmite un mensaje de exaltación por el bar español y sus usuarios. Algo que, de nuevo, sorprende al espectador por inexplicable e injustificado. ¿A qué viene ahora, nos preguntamos, rendir pleitesía al colectivo de hosteleros de España? ¿Y por qué ponerlos como ejemplo de personas que colaboran con el Medio Ambiente?
La compañía, en la página web creada con motivo de esta campaña, justifica este bonito detalle por ser el sector hostelero el "principal motor del turismo y la economía española y uno de los más afectados por la situación económica actual". Sin embargo, como en el caso del ecologismo, la realidad parece ser otra.
Según explicaba el diario Expansión hace unos días, Coca-Cola ha detectado en los últimos meses un aumento de las importaciones de su bebida procedentes de otros países de la Unión Europea con destino a hosteleros españoles, lo que ha supuesto un descenso de un 6% en las ventas de Coca-Cola España en este sector. Gran parte de esa mercancía procede de distribuidores independientes de ciudades como Bialystok (Polonia), que ofertan latas de Coca-Cola a 0,26 euros la unidad (sin IVA), grandes facilidades de pago y entrega en tres días.
En definitiva, por mucho que Coca-Cola y Sra. Rushmore, agencia encargada de la campaña, pretendan que nos creamos las muchas virtudes ecológicas de la multinacional de los refrescos, por mucho que le doren la píldora al sector hostelero para que se olvide de eso de la competencia y compre las bebidas en España aunque le salgan más caras, lo que en realidad sucede es que la compañía tiene un grave problema con eso del libre comercio y la libre circulación de mercancías por el territorio de la Unión Europea.
Quién lo iba a decir de una de las empresas clásicas de Capitalismo más despiadado. ¿Pedirá también la intervención estatal como han hecho los bancos cuando no les han ido (tan) bien las cosas?
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