KABUL (AFGANISTÁN).- Cada día quedan menos ruinas en Kabul. La memoria de la que fue la capital de la desolación se diluye en plena fiebre de la especulación. Aquellos kilómetros de edificios perforados y calcinados han sido sustituidos por nuevas mansiones, inmuebles de clase media y comercios.
Los señores de la guerra pueden estar tranquilos. Nadie podrá acusarlos sin pruebas. Hay fotografías y recuerdos, pero poco valen en un juicio.
Las ruinas de la historia se limitan a algunos palacios destruidos o reconstruidos en los últimos años. El neoclásico palacio Darul Aman fue edificado por el rey Amanullah Khan en 1920, que lo convirtió en su residencia durante muchos años.
Quedó destruido por un incendio en 1969 y después de su reconstrucción se convirtió en el Museo de Kabul y más tarde en la sede del Ministerio de Defensa. Los soviéticos lo utilizaron como el cuartel general de uno de sus cuerpos de ejército. Durante la guerra civil afgana fue ocupado por grupos tayikos y hazaras y bombardeado por pastunes. Los intensos bombardeos lo volvieron a destruir. Sus ruinas han sido utilizadas como puesto de observación por la OTAN.
El soldado Jhamsehed Aleskangue se reconvierte en guía después de retirar el alambre de espino que obstaculiza la entrada. A sus 20 años sólo conoce la guerra. Su reflexión es más gráfica: "Cuando abrí los ojos ya había empezado y es posible que los cierre para siempre sin que haya concluido".
Recorremos los pasillos y sorteamos paredes hundidas. Los muros están agujereados por impactos directos. Todavía hay nidos de ametralladoras formadas con decenas de sacos terreros. La atmósfera triste es amenizada por los pájaros cantores que han construido sus nidos en los lugares más sombreados.
El joven soldado lleva seis meses en activo. Quiere luchar por su país, pero no le gusta la guerra. "La culpa de esta destrucción la tienen los extranjeros", contesta frente a un muro a punto de derrumbarse. Cuando se le recuerda que la ciudad fue destruida por los afganos insiste: "Lo hicieron con armas extranjeras". Su corta biografía también está marcada por la violencia. Los talibanes asesinaron a su hermana pequeña cuando dormía en la cama de su padre, un general devoto del régimen prosoviético.
Las paredes se han convertido en improvisadas pizarras donde se acumulan los nombres de los antiguos defensores y algunos poemas. "Estoy en el barco de luto, viajando hacía el mar. Puedo llegar a mi destino o quedarme en el camino para siempre", escribió Atir Holatofan. Otro poema anónimo es muy sugerente: "El Islam no dice que tú eres culpable. Son tus actos los que te acusan".
En los alrededores de Darul Aman ya no hay minas ni niños buscándose la vida para poder comer un 'nan', el pan de trigo alargado de 40 cm que junto al té es la dieta única de centenares de miles de kabulíes. En plena guerra civil las explosiones en esta zona eran constantes y las criaturas llegaban reventadas a los hospitales.
El mausoleo del rey Nadir Shah, situado en una colina desde donde se ve una impresionante vista de Kabul, ha sido cerrado al público. También fue utilizado como frente de guerra. Los milicianos se protegían entre las tumbas reales y disparaban al enemigo con sus piezas de artillería. El presidente Hamid Karzai debe soñar con ser rey ya que ha puesto la pancarta electoral más grande enfrente de la tumba real.
Zahir Mohammad Babur, el emperador que fundó la dinastía mogol, está enterrado en los jardines de Gozarga, cuyo palacio real ha sido reconstruido con pésimo gusto. Babur llegó a crear un imperio en la India y conquistó la ciudad uzbeka de Samarcanda a principios del siglo XVI. Con pequeños ejércitos muy bien preparados se enfrentó a fuerzas diez veces superiores derrotándolas.
Su hijo cumplió su deseo de ser enterrado en Kabul al lado de un argawan, un árbol cuya sombra utilizaba para escribir poemas, y trasladó su cuerpo diez años después de su muerte. Las pequeñas tumbas de sus hijos le acompañan para siempre.
El recinto que rodea su tumba fue destruido durante la guerra civil. Igual que el palacio del emir Abdul Rahman, considerado el más moderno del país cuando se construyó en 1895. "Las milicias lo destruyeron todo y sus principales responsables cuentan con el apoyo internacional. ¿Quién está ciego?", se pregunta Ahmad Shah Wardak, el jefe de seguridad de los jardines palaciegos.
El recinto está arropado por la montaña Sher Darwaza, utilizada en todas las guerras de los dos últimos siglos como punto de defensa estratégico. Algunos historiadores afirman que los primeros islamistas llegados desde La Meca para imponer las enseñanzas de Mahoma se estrellaron contra los defensores budistas, hinduistas y los seguidores de Zaratrusta, adoradores del fuego.
La fortaleza de Bala Hassar, las ruinas más antiguas de Kabul construidas en el siglo V, son hoy el cuartel general de una división del ejército afgano. Los británicos sufrieron varias masacres en su interior en el siglo XIX. Los principales señores de la guerra se cañonearon durante años por su control. El 5 de agosto de 1979, un levantamiento ciudadano llamado Bala Hissar acabó en un baño de sangre. La Policía del régimen prosoviético ejecutó a los responsables. La historia en ruinas.
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