Hace tiempo que los Campeonatos del Mundo de atletismo perdieron parte de su encanto, probablemente cuando la Federación Internacional (IAAF) decidió que este evento se celebrara cada dos años y no cada cuatro. Ocurrió después del éxito de Tokio 1991, con aquella memorable final de 100 metros y, sobre todo, tras el récord del mundo de salto de longitud de Mike Powell, que en la mejor final de la historia de la prueba, frente a Carl Lewis, sobrepasó los 8,90 metros de Bob Beamon en México 68.
Para estos mundiales de Berlín, que han comenzado hoy, tampoco ayuda que estemos en año postolímpico. Tradicionalmente es así. Después de los Juegos de Pekín muchos atletas bajaron el ritmo y esta cita no llega en el mejor momento. Sin embargo también hay elementos que juegan a favor y que compensan que no nos despeguemos de la tele o el ordenador durante la próxima semana: el escenario privilegiado es uno, el mismo donde en 1936 Jesse Owens desafió a Hitler; otro es el regreso de Usain Bolt tras su descomunal exhibición en China; y claro, ver cómo los atletas españoles tratan de colgarse alguna medalla, con los veteranos —como Marta Domínguez o Reyes Estévez— como protagonistas del equipo.
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