SAO PAULO (BRASIL).- El metro de Sao Paulo es el mayor y más antiguo de Brasil en extensión y uso; por sus líneas pasan más de tres millones de viajeros todos los días. Aun así, esto es poco para una ciudad de 11 millones de habitantes, pero ¿por qué una urbe de estas dimensiones no tiene un suburbano capaz de responder a la demanda de sus ciudadanos?
Fundado en abril de 1968 por las necesidades que implicaba la reciente urbanización de la ciudad, la primera línea —la azul— empezó a funcionar en septiembre de 1974, con 16,7 kilómetros de extensión y 20 estaciones. Éstas aumentaron hasta las 55 actuales, que recorren un total de 61,3 kilómetros, repartidos en cuatro líneas, distribuidas por colores y números.
El problema de su desarrollo surge en la década de 1930, cuando comienza la preocupación por los transportes, ya que el sistema de carreteras fue el principal objetivo de los Gobiernos hasta entrados los años 90. "Para construir carreteras no es necesario el tiempo, el coste y la inversión que requieren las líneas del metro. Así, Sao Paulo se desarrolló para el coche y no para el metro", explica Marcio Rogerio Silveira, líder del grupo de estudios para el desarrollo regional e infraestructuras.
Pero los inconvenientes no son culpa únicamente de la planificación gubernamental: ni la ciudad tiene un buen metro, ni los ciudadanos saben usarlo. La gente no espera a que el otro salga del vagón antes de entrar, y pese a haber sillas exclusivas para los mayores y mujeres embarazadas, las plazas no se respetan.
Pese a las dificultades, parece que ahora está pasando por una verdadera revolución, que comenzó en 2007. El reto es aumentar los 61,3 kilómetros, y se prevé que en 2010 llegará a los 142 kilómetros, según la empresa que administra el metro. Además, tienen previsto poner 47 vagones con aire más, reformar otros 98 y construir cinco nuevas estaciones.
Las novedades también incluyen aparcamientos en las estaciones, vagones propios para bicis y áreas para uso de ordenadores sin coste para el pasajero. Por el momento, en algunas líneas ya funcionan los teléfonos móviles, pero la tarifa nos está unificada para todos los transportes. Además de esto, en muchas de las estaciones hay actualmente exposiciones, incluyendo esculturas, cuadros y arquitectura de vanguardia. La colección de arte del suburbano, 'Art in the Metrô Project', posee alrededor de 100 obras de arte de conocidos artistas brasileños.
Todas estas mejoras en el sistema de transporte de la capital brasileña podrían ser una gran publicidad para aumentar aún más el número de viajeros, sin embargo, aún con todos estos avances, la población no tendrá todavía un buen sistema de transporte público. Las estaciones están hasta los topes a todas horas —ni hablar de las horas punta— y poca gente confía en que algo vaya a mejorar para 2010. "Habría que hacer tres veces más líneas para que yo no esté como una sardina enlatada", cuenta Maria Bernardete, usuaria del metro.
Como último apunte, como dato útil hay que señalar que para coger el metro hay que comprar un billete que, después de cargado en una estación, puede ser usado para coger autobuses, metros y trenes, que todavía tienen diferentes tarifas.
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