BOGOTÁ.- El presidente de Colombia, Álvaro Uribe, ha aceptado ir a la cumbre de mandatarios de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que se celebrará el próximo 28 de agosto en Argentina, pero ha dejado claro que este encuentro no condicionará el polémico acuerdo militar que suscribirá con la Casa Blanca y que permitirá a tropas estadounidenses utilizar siete bases situadas en territorio colombiano.
"La agenda será diversa y la reunión no implica condición para el acuerdo entre Colombia y Estados Unidos, a fin de enfrentar con más éxito el narcotráfico y el terrorismo", señala un comunicado divulgado este jueves por la Presidencia colombiana.
Este encuentro surgió de una propuesta que hizo el pasado lunes en la cumbre de Unasur la presidenta argentina, Cristina Fernández, y que fue secundada por sus homólogos de Ecuador, Rafael Correa; Venezuela, Hugo Chávez; y Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien además sugirió la presencia del mandatario estadounidense, Barack Obama.
En esa cumbre de Unasur, celebrada en Quito, los mandatarios expresaron su enérgico rechazo al convenio militar promovido por Uribe, aunque no emitieron una condena unánime contra Bogotá, pese a que Venezuela y otros países exigieron una sanción.
La reunión se celebrará el próximo día 28 en la localidad de Bariloche, en la provincia de Río Negro, poco después de que Bogotá haya concretado el acuerdo con Bogotá en caso de que lleguen a cumplirse las fechas que anunció el miércoles el jefe del Ejército, Freddy Padilla de León, quien aseguró que el convenio se firmará este fin de semana.
Por tanto, la labor de Colombia se limitará a explicar el acuerdo y, tal como lo ha advertido, dialogará con los demás países sin que esto implique condicionar lo ya pactado con la Casa Blanca. No obstante, seguramente se encontrará con posiciones muy divididas, al igual que sucedió cuando hizo la semana pasada una pequeña gira por Sudamérica.
Bolivia, Venezuela y Ecuador han sido los países más enérgicos. Chávez ha aseverado que ya están soplando "vientos de guerra" en el continente y ha advertido de que la instalación de bases militares estadounidenses en Colombia "pudiera convertirse en una tragedia".
De la misma manera, el mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, ha criticado duramente el acuerdo alegando que puede "desestabilizar a la región". Quito rompió hace más de un año sus relaciones con Bogotá después de que el Ejército colombiano bombardeara un campamento guerrillero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) situado en territorio ecuatoriano.
BASES COLOMBIANAS
El Gobierno colombiano ha aclarado en reiteradas ocasiones que no se trata de la instalación de bases norteamericanas, sino de un convenio que permitirá la presencia de un grupo no determinado de soldados y contratistas en las instalaciones colombianas para colaborar en operaciones contra el narcotráfico y el terrorismo.
Estados Unidos tendrá acceso a tres bases aéreas, dos navales y dos del Ejército ubicadas en Cartagena, Larandia (departamento de Caquetá), Tolemaida y Palanquero (Cundinarca), Málaga (región del Pacífico), Apiay (Meta) y Malambo (Atlántico), según ha informado Bogotá.
Padilla de León anunció que una comisión oficial integrada por funcionarios de los Ministerios de Exteriores, Defensa y del Interior viajó esta semana a Washington para ultimar algunos detalles del convenio. Palanquero será la primera base en recibir apoyo de Estados Unidos mediante una ayuda financiera de 46 millones de dólares (32 millones de euros).
El acuerdo no autoriza la creación de una base militar de Estados Unidos en territorio colombiano, ni el tránsito de tropas extranjeras y tampoco permite operaciones unilaterales por parte del Ejército norteamericano, porque no se trata de un convenio de "defensa mutua", ha insistido Bogotá.
En la reunión de la Unasur en Quito, la viceministra de Exteriores de Colombia, Clemencia Forero, defendió el polémico acuerdo militar aclarando que "no ha habido, ni habrá bases militares extranjeras en Colombia" y afirmó que "ni las hemos pedido, ni Estados Unidos piensa instalarlas".
Por su parte, el subsecretario adjunto de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental en Estados Unidos, Christopher McMullen, ha destacado este jueves que el acuerdo militar establece el uso de tres bases militares y no siete, como había afirmado Bogotá hace unos días.
Las bases serán las de Palanquero (departamento de Cundinamarca), Apiay (Meta) y Barranquilla (Atlántico), las cuales han sido utilizadas por Estados Unidos para operaciones contra el narcotráfico relacionadas con el Plan Colombia que entró en vigor en el año 2000.
"No estoy seguro de lo que ellos dicen sobre siete bases, porque nuestro enfoque es sobre las tres que hemos usado", aclaró McMullen, al afirmar que ambos países, con este nuevo acuerdo, están "actualizando" convenios firmados hace algunos años atrás.
Asimismo, aclaró que "los comandantes de las bases son y serán colombianos" y destacó que se encuentran "disminuyendo" las tropas estadounidenses en Colombia hasta tener un "promedio" de menos de 300 soldados en los últimos dos años.
"Estamos reduciendo los soldados para transferir nuestros programas de seguridad y antinarcóticos a los colombianos", aseguró el diplomático al subrayar que esta retirada forma parte de un proceso que podría durar "dos o tres años".
Las aeronaves estadounidenses que aterricen en las bases colombianas no serán de combate, aseguró el jefe de la Fuerza Aérea de Colombia, Jorge Ballesteros, quien descartó la posibilidad de que las tropas norteamericanas se movilicen dentro del país.
"BASES DE PAZ"
Por su parte, el Gobierno venezolano ha anunciado que la primera de las "bases de paz" que Chávez propuso para "neutralizar" una posible "guerra con Colombia" ante la presencia de soldados estadounidenses, se instalará en el estado de Carabobo (centro del país) y trabajará como una "Oficina de Atención al Migrante".
El director de la organización Colombianos en Venezuela, Juan Carlos Tanus, informó de que estas "bases de paz" servirán de "foros permanentes de discusión y encuentro" en las que "se van dar a conocer la real situación social del pueblo colombiano".
También se abordará el tema de la "ampliación de la estructura militar en el territorio colombiano, para crear mayor grado de conciencia en la población colombiana y venezolana", según declaraciones recogidas por el diario mexicano 'El Universal'.
Caracas y Bogotá atraviesan otra crisis diplomática que estalló a finales de julio, cuando el Gobierno de Uribe aseguró que había decomisado a las FARC unos lanzacohetes que Suecia había vendido a Venezuela en la década de los ochenta.
La crisis se agudizó a comienzos de mes, cuando Colombia confirmó que firmará un acuerdo militar con la Casa Blanca que permitirá a un grupo de soldados estadounidenses utilizar algunas de sus bases, lo que ha sido considerado por Chávez como una "amenaza" a la estabilidad de la región.
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