Zamboanga (Filipinos).- El Ejército de Filipinas prosiguió hoy con una amplia operación en las junglas del sur del país la ofensiva para cercar a los rebeldes del grupo terrorista Abu Sayyaf, tras los intensos combates que en las 24 últimas horas han causado al menos 54 muertos.
Un total de 31 rebeldes y 23 soldados fallecieron en la ofensiva que arrancó ayer por la tarde y continuó hasta la madrugada en la isla de Basilan, 980 kilómetros al sur de la capital, informó la teniente y portavoz Steffani Cacho.
También resultaron heridos otros catorce soldados y un número indeterminado de guerrilleros.
Medio centenar de soldados, apoyados inicialmente por baterías antiaéreas, penetraron ayer por la tarde en sendos campo de adiestramiento de Abu Sayyaf situados en plena selva y dirigidos por los comandantes Khair Mundus y Furuji Indama.
Ambos están acusados de haber organizado múltiples ataques y secuestros de civiles en la isla, y se desconoce si murieron en los enfrentamientos.
El comandante militar de Basilan, almirante Alexander Pama, elevó a 40 la cifra de bajas en el bando enemigo, aunque por ahora solo se han recuperado 31 cadáveres junto a rifles automáticos y artefactos explosivos listos para ser detonados.
Diez de esos cuerpos pertenecen a militantes del Frente Moro de Liberación Islámica, otro movimiento separatista que mantiene en vigor un alto el fuego contra las fuerzas gubernamentales y cuya dirección negó que hubieran tomado parte activa en la refriega.
Fuentes castrenses explicaron que la operación iba a ser breve y su objetivo era desmantelar la base, pero el intercambio de disparos se prolongó varias horas por la fuerte resistencia de la guerrilla, que se atrincheró en sus posiciones y no dejaba avanzar a las tropas.
Un día después, los soldados persiguen por la espesa jungla de Basilan a los cerca de 200 rebeldes que escaparon del asedio, y el comandante de Mindanao Occidental, general Mohamed Ben Dolorfino, no descarta enviar a más soldados para capturar a los "bandidos".
Se trata del combate contra Abu Sayyaf más sangriento desde julio de 2007, cuando los rebeldes tendieron una emboscada a una patrulla y luego decapitaron a diez miembros de las fuerzas de elite del Ejército, un suceso que provocó un enorme escándalo en Filipinas y la ira de la presidenta, Gloria Macapagal Arroyo.
En lo que va de año, se han producido choques esporádicos en Basilan y la vecina isla de Joló, donde fuentes castrenses calculan que la organización extremista cuenta con menos de 400 combatientes.
Sin embargo, Abu Sayyaf ha seguido atacando a los militares y secuestrado durante este tiempo a decenas de civiles, logrando retener durante varios meses a tres cooperantes extranjeros de la Cruz Roja Internacional.
Uno de ellos, el italiano Eugenio Vagni, fue finalmente liberado el pasado 11 de julio tras casi medio año de cautiverio.
La intensa actividad de la organización extremista pone en duda la tesis defendida por algunos generales filipinos de que el grupo está descabezado y ya casi derrotado.
Otros altos mandos admiten que la guerrilla sigue siendo una gran amenaza en el sur del archipiélago pese a que las fuerzas de seguridad han debilitado su capacidad operativa y logística y cortado muchas de sus vías de financiación desde el extranjero.
Fundado en 1991 por ex combatientes de la guerra de Afganistán contra la Unión Soviética, Abu Sayyaf quiere establecer un nuevo régimen islámico en el sur de Filipinas, dominado por sultanatos musulmanes malayos hasta la llegada de los colonizadores españoles.
El grupo tiene lazos con la Yemaa Islamiya, el brazo de Al Qaeda en el Sudeste Asiático, y es considerado un grupo terrorista por Manila y Washington, que le atribuyen varios de los ataques más sangrientos de la última década y un sinfín de raptos de locales y extranjeros.
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