Naciones Unidas.- La ONU confirmó hoy que el secretario general de ese organismo, Ban Ki-moon, envió una carta al presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, con motivo de su reciente reelección, que la oposición iraní considera un fraude y ha sido motivo de graves protestas en el país.
"Se envió una carta, como es costumbre en las reelecciones de un Jefe de Estado, pero que conste que no menciona la palabra felicitaciones", dijo a Efe la portavoz de Naciones Unidas, Marie Okabe.
Añadió que la misiva enviada el pasado lunes "aprovecha la investidura (de Ahmadineyad) para expresar el deseo de que Irán y Naciones Unidas continúen su estrecha colaboración en asuntos regionales y mundiales".
Ahmadineyad juró el pasado 5 de agosto su cargo para un segundo mandato en medio de las protestas de los partidarios de la oposición, que rechazan los resultados de las elecciones del 12 de junio.
Gobiernos como el de Estados Unidos, Francia, Reino Unido o Alemania han evitado hasta el momento felicitar al presidente iraní por su disputada victoria electoral, que ha sumido al país en la crisis más grave desde el triunfo de la Revolución Islámica en 1979.
Tras conocerse los resultados, miles de partidarios de los dos candidatos reformistas opuestos a Ahmadineyad salieron a las calles en las principales ciudades iraníes, especialmente en Teherán, para protestar por lo que consideran un proceso fraudulento.
Las manifestaciones fueron reprimidas con contundencia por los milicianos Basij y los guardianes de la revolución con un resultado de 20 muertos y miles de detenidos, según los datos oficiales.
Pese a las protestas, el líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei, otorgó a Ahmadineyad la orden firmada para ratificar su segundo mandato en la Presidencia.
Human Rights Watch, Amnistía Internacional y otras organizaciones de derechos humanos han pedido a Naciones Unidas el envió de una misión a Irán para que abogue por la liberación de los detenidos durante la represión de las manifestaciones.
Unas 200 personas, entre las que se hallan figuras de la corriente reformista, periodistas y activistas, permanecen aún en prisión.
La mayoría están siendo juzgados en un proceso masivo en el que se les acusa de cargos como espionaje o conspiración para desencadenar lo que el régimen iraní denomina una "revolución de terciopelo" en el país.
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