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¿El mejor fin de semana de estrenos del año?

Por ALBERTO MORENO (SOITU.ES)
Actualizado 15-08-2009 12:18 CET

Cualquiera que se anime a ver un estreno, es probable que salga maravillado de la sala, porque nos llegan tres piezas magníficas. La comedia de 'Resacón en Las Vegas', la intriga de 'Enemigos públicos' y el drama de 'El año que mis padres se fueron de vacaciones' dan lugar, posiblemente, al mejor fin de semana de estrenos de la temporada.

'Resacón en Las Vegas', de Todd Phillips

'Atrapado en el tiempo', 'El gran Lebowski', 'Algo pasa con Mary', 'American Pie', 'Zoolander' o 'La cosa más dulce' son ejemplos de obras maestras de la ecléctica comedia reciente. Cada una viene a cubrir un hueco pero todas son deliciosas en su estrato. Cuesta apostar por ellas el día de su estreno. No sabes cómo las va a tratar el tiempo. Pueden devenir en gilipollez pasajera de fétido envejecimiento o experimentar una reivindicación masiva varios años después de su puesta de largo. Ahí es cuando los estrechos de miras se quedan fuera y tienen que recular. Su muletilla suele rezar: "Con el tiempo se ha revelado como una película de culto". Bueno, pues os lo anticipamos. 'Resacón en las Vegas' será referencia obligada en las crónicas revisionistas de la década que viene. Que nadie se espante por su dañina publicidad —"Del director de 'Starsky y Hutch'"—: nada que ver.

Y no va de porretas ni de adolescentes hipotecados por su amor adolescente con dificultades para abrocharse la cremallera sin causar daños permanentes. Tampoco la protagonizan reporteros cascarrabias o cachondas JASP de alto nivel adquisitivo. No veréis ninguna mirada de acero azul ni ningún pene insertado en una tarta casera. Nada que ver.

Lo que tenemos entre manos es la típica (y envidiada) despedida de soltero americana. O eso es lo que nos vendieron en 'Very Bad Things'. Aquella oscura piedra de toque que el año pasado cumplió la década es la versión sin anestesia ni alambiques de 'Resacón...', un prodigio de ritmo que funciona por acumulación de méritos. El primero, haber dado con un reparto de caras desconocidas en permanente estado de gracia. Los roles se reparten y cada uno canta en el momento que debe. El 'gag a capella' se me ocurre como metáfora definitoria. Su montaje, que obvia ágilmente cualquier flashback de esos que nos hacen sentir idiotas y toda una tropa de secundarios episódicos enmarcables facilitan que la trama se deslice suave hasta su plácido desenlace, acaso el único pegote edulcorado que suele separar la obra de culto de la obra de referencia.

Valoración: 9/10

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'Enemigos públicos', de Michael Mann

No me cabe duda de que si Michael Mann tuviera que rodar un remake de 'Pat Garrett y Billy The Kid', lo haría tirando de digital y de música electrónica con marcado ritmo trascendente. Las tres cosas se le dan bien: enfrentar a enemigos irreconciliabes pero tangenciales en algunos aspectos de su conducta, fotografiar de manera más hermosa que casi nadie (se pega con Malick y Wong Kar-wai) y hacer que la melodía que baña su sucia épica sea casi sólida, palpable.

Es inteligente el reparto de papeles con que cuenta la imprescindible 'Enemigos públicos', con el tarado más carismático del cine (Johnny Depp en la piel de John Dillinger) sacudiendo a los capitalistas en tiempos de la Gran Depresión y con el héroe más aristado y moralmente ambiguo del star system actual (Christian 'El airado' Bale) en el rol del coyote Melvin Purvis. ¿Paradoja de cast o ambigüedad forzada?

Habrá ocasión para que muchos emparenten de manera siamesa y torticera a este contenido thriller y a la modélica 'Heat' en cuanto a premisa argumental. Nada más lejos: mientras que para De Niro, todo lo que no se pudiera empacar en cinco minutos era una absoluta molestia, para Depp, lo accesorio es lo fundamental. Marion Cotillard, la oscarizada Edith Piaf de 'La vida en rosa', le lleva directo a su destino inevitable. Entretanto, varias líneas memorables salpicando recurrentemente su guión, hacen de este nada cómodo trabajo una de las películas del año (y más).

Valoración: 9/10

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'El año que mis padres se fueron de vacaciones', de Cao Hamburger

Fútbol, política y crío. Si sumamos el acento portugués (de Brasil) y las lágrimas no forzadas, tenemos la perfecta película festivalera, idolatrada por los habituales del circuito de versión original

Mauro tiene 12 años en 1970. Hace seis que se implantó la dictadura militar en su país y sus padres, socialistas, tienen que partir de vacaciones dejándole al cuidado de su abuelo. "¿Pero cuándo volveréis?", le dice a su padre. "Cuando comience el Mundial de fútbol", le responde éste, urgente. Con tal promesa extendida en el horizonte, el director Cao Hamburger disecciona sabiamente las particularidades de la psicología infantil, tan ajena a los problemas de los mayores y dueña de una noción del tiempo distorsionada con respecto a la de los estresados adultos.

Finalmente, nada sale como Mauro había pensado, pues tiene más molinos por delante de los que habría imaginado, y, sin embargo, Pelé y el histórico combinado carioca del 70 hacen que sus penas con pan sean menos, meciéndole con ternura hasta un final nada forzado que encierra tanta poesía como factiblilidad.

Hay quienes dicen que el fútbol embrutece, que no sirve para nada. Quizá los escépticos tengan aquí una buena pieza contra la que enfrentar tales convicciones.

Valoración: 8/10

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