Es un hecho que gracias a la tecnología, cuando uno se va de vacaciones, se lleva también al jefe en la maleta. Los móviles, el wifi y los pinchos de internet no son sinónimos de libertad. Son el cordón umbilical inalámbrico que nos une a ese ser mitológico que envía correos a las dos de la madrugada y llama a las siete de la mañana: el jefe.
Pero el mecanismo que mantenía la paz social, la cohesión laboral, la dialéctica entre las clases ("a ese ni puto caso que estoy de vacaciones") se ha quebrado con la crisis. Porque a ver quién es el guapo que se atreve ahora a decir que el perro se ha comido la BlackBerry.
Las operadoras lo saben, y se cachondean con anuncios en los que se ven portátiles junto a las piscinas. En los que además, te recuerdan que la conexión con tu jefe la vas a pagar tú. Y para colmo el wifi es de prepago, que nunca se sabe si a la vuelta tu nómina te va a estar esperando.
Los viejos trucos (irse a una aldea soriana sin cobertura, de retiro a Silos, prestar el móvil a los niños cuando están en la piscina hinchable, dejar caer de canto el portátil en la cola del aeropuerto) ya no sirven.
Este año, si quieres desconectar del jefe en vacaciones sólo hay una opción. Llámale tu antes: así te quedará el consuelo de ser tú quien le fastidie el mojito y no al revés. Y no disimules, que la técnica la aprendiste hace tiempo con tus padres.
Esta es nuestra MacGyverada de hoy. Cuéntanos la tuya. ¿Cuál es tu truco para no pringar este verano? ¿Cogerás el móvil? ¿Te llevarás el portátil?
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