Redacción Deportes.- El balón baja del cielo al encuentro con un joven de 2,02 metros de estatura que salta tres metros y medio del piso para cambiarle la trayectoria, ahora horizontal, con un violento golpe de derecha que lo despacha como un rayo sobre la red, rumbo al área contraria.
Del otro lado, el bloque adversario se agrupa para evitar un nuevo 'ace', o punto directo con el servicio, del chico de 15 años que de ángel solo tiene el rostro en el que asoman algunas espinillas. De resto, al atacar, parece un diablo.
Mala suerte para los adversarios de Cuba. El balón vuelve al área del equipo antillano y el atacante de punta, que también se desempeña con suficiencia como opuesto, vuelve a encumbrar el balón mientras prepara su salto felino para avasallar una vez más con su remate demoledor al adversario.
La escena se tornó común en la vigésima edición de la Liga Mundial que el domingo conquistó Brasil por 3-2 en una dura lucha con Serbia de dos horas y media.
Cuba volvió a ilusionar con un equipo renovado que dio pasos de animal grande en la fase final de la mano de Roberlandy Simón, a la postre proclamado como el mejor rematador y el mejor bloqueador del torneo.
Pero quien más miradas atrajo por su juego ofensivo, sin cuartel, fue Wilfrido León Venero, la nueva figura del voleibol cubano a quien expertos y aficionados coinciden en llamar ahora 'el rey León'.
Nacido el 31 de julio de 1993, León parece haber nacido para establecer marcas. Debutó con la selección absoluta de su país en la Liga Mundial de 2008, entonces con 14 años y once meses.
Su asomo en el primer renglón del listado de los mejores 'sacadores', se produjo desde la primera fase y bajo su nombre quedaron los de figuras internacionales ya consagradas.
"El saque lo aprendí cuando empecé a jugar con siete años. Me lo enseñó mi mamá (Alina del Rosario Venero) que jugaba voleibol. Ella me aconsejó trabajarlo mucho porque es un punto fundamental en el juego" explicó el 'rey' León.
Aunque en su salto al bloqueo se eleva 3,46 metros, este fundamento y la recepción en defensa, además del carácter explosivo, son las asignaturas que tiene pendientes para consolidarse como una figura precoz y completa en el mundillo del voleibol.
"Cuando me dicen algo, me molesto porque creo que me están regañando, pero soy muy joven y con el tiempo voy a cambiar", dijo a periodistas con un conmovedor gesto infantil desde sus 2,02 metros.
Él, como su entrenador, Orlando Samuel, sabe que al ser ya plenamente conocido por sus oponentes, las provocaciones y los movimientos tácticos para contrarrestarlo serán más habituales, como lograron hacer los brasileños en el partido que ganaron por 3-1 a Cuba en la fase final.
"Los rivales sacan hacia mí para ver si me canso o me desestabilizo. También corren el mejor defensor hacia mí para bloquear mis ataques", admitió recientemente el joven de Santiago de Cuba, que aprendió de su padre, maestro en lucha, la vocación para no claudicar ante el castigo.
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