Tegucigalpa.- Odiado por unos y aclamado por otros, Manuel Zelaya sigue siendo presidente de Honduras para la comunidad internacional y muchos hondureños, pero sin tener el poder desde que fue derrocado el 28 de junio pasado.
Hasta ahora sus dos intentos por regresar a Honduras para retomar el poder abrazado con sus seguidores, que representan a sectores populares, resultaron fallidos.
El pasado día 5 no pudo aterrizar en Tegucigalpa a bordo de un avión de Venezuela procedente de EE.UU., porque la Policía y el Ejército pusieron obstáculos en la pista del aeropuerto.
El pasado viernes lo intentó por tierra desde Nicaragua, por el puesto fronterizo de Las Manos, pero de nuevo su plan fue frustrado por militares y policías, que lo esperan en su país para capturarlo por fraude y traición a la patria, entre otros delitos, que le imputa el Ministerio Público.
El golpe de Estado contra Zelaya resquebrajó la frágil democracia hondureña, instaurada en 1982 después de casi dos décadas de regímenes de facto.
La única diferencia entre el golpe de Estado contra Zelaya y los que daban antes los militares es que ahora los uniformados no ejercen el poder, sino los mismos civiles que lo promovieron, pertenecientes al conservador y gobernante Partido Liberal, al que también pertenece el depuesto.
El nuevo presidente de Honduras, por designación del Parlamento, es Roberto Micheletti, un correligionario de Manuel Zelaya.
Analistas locales como Matías Funes, consideran que Zelaya comenzó a incomodar a algunos sectores desde su acercamiento al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y confirmó a inicios de 2008 la adhesión de su país a la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA), lo que se concretó en agosto de ese mismo año.
En 2008, Zelaya también comenzó a promover una consulta popular orientada a reformar la Constitución, la que programó para el 28 de junio pasado, pese a haber sido declarada ilegal por varios organismos, entre ellos la Corte Suprema de Justicia.
El 28 de junio, cuando Zelaya estaba por iniciar la consulta, los militares lo sacaron abruptamente de su residencia y lo enviaron a Costa Rica.
A un mes del derrocamiento, Zelaya no ha podido retomar el poder, a pesar de la presión internacional y la suspensión de Honduras de la Organización de Estados Americanos (OEA), mientras Micheletti busca consolidarse con una ofensiva diplomática exponiendo su verdad sobre lo que ocurrió el 28 de junio.
Zelaya coordina un plan desde Nicaragua para regresar a su país, donde algunos de sus seguidores han comenzado a demostrar cansancio después de un mes de protestas, varias de ellas multitudinarias, en diferentes regiones del país.
Los detractores de Zelaya, entre ellos políticos de oposición, empresarios, estudiantes e iglesias, entre otros, también se han hecho sentir con grandes manifestaciones pidiendo que no regrese.
El golpe de Estado contra Zelaya ha provocado una fuerte polarización entre los hondureños, mientras que la crisis económica, que el país ya vivía, se ha agudizado.
La mediación del presidente de Costa Rica, Oscar Arias, para buscar una salida pacífica a la crisis hondureña, aunque no está del todo cerrada, fracasó en los dos primeros encuentros con las comisiones designadas por Zelaya y Micheletti, por la posición inflexible de ambas partes en algunos puntos.
Micheletti se resiste a entregar el poder alegando que el Parlamento, organismo que presidía hasta el 28 de junio pasado, lo puso como titular del Ejecutivo mediante una sustitución constitucional.
Zelaya considera que detrás del golpe hay una intervención de EE.UU., aunque no culpa por eso al presidente Barack Obama, a quien el domingo pasado le pidió que enfrente "con fuerza" al Gobierno de facto, con sanciones económicas y de otro tipo.
Washington, por su parte, le reiteró el lunes a Zelaya que sus intentos de regresar a Honduras sin haber logrado un acuerdo previo con Micheletti "no ayudan" al proceso de mediación.
Honduras sigue en una tensa calma y dominado por la incertidumbre. Para el próximo 29 de noviembre está previsto que se celebren elecciones generales para escoger al sucesor de Micheletti o de Zelaya, cuyo mandato concluye el 27 de enero de 2010.
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